El 12 de julio, tres días después de la proclamación de la Asamblea Constituyente, por presión de la corte el rey envió a su contralor general de finanzas, quien prestó apoyo a la duplicación del tercio. Se corrió el rumor de que las tropas reales se disponían a entrar por la fuerza en la capital, para arrestar a los diputados. Los parisinos se organizaron y en la mañana del 14 de julio un comité popular de varios miles de personas se dirigió a Les Invalides para buscar armas, se apropiaron de fusiles y cañones, pero no tenían pólvora, porque estaba almacenada en la prisión de la Bastilla, defendida por unos soldados suizos bien armados con una docena de cañones.

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Reagrupados por dos destacamentos de guardia los sublevados obtuvieron la capitulación de los defensores y el acceso a la Bastilla. Liberaron a los prisioneros, lincharon a los soldados. Esa misma noche los revolucionarios destruyeron piedra por piedra la fortaleza, símbolo de la arbitrariedad real. Un año más tarde, el 14 de julio de 1790, se celebró la Fiesta de la Federación en el Campo de Marte el primer aniversario de la toma de la Bastilla. Luis XVI juró por la nación la reconciliación general. Lamentablemente la fiesta terminó rápido con un fusilamiento.

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En 1880 se propuso que el 14 de julio se convierta en la fiesta nacional francesa, en referencia a la toma de la Bastilla de 1789, pero la Asamblea no recibió de manera unánime esta propuesta dada la violencia de esa jornada revolucionaria. Sin embargo, se conservó esta fecha, pero haciendo referencia a la Fiesta de la Federación organizada un año después, el 14 de julio de 1790, más consensuada, que celebra la unión del pueblo. (O)

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Guillermo W. Álvarez Domínguez, doctor en Medicina, Quito