A propósito del festivo 489.° aniversario de fundación de Santiago de Guayaquil, solo caben expresiones de júbilo y gratitud a la ciudad hospitalaria y generosa, cuna de heroicos hombres y mujeres que la han engrandecido, después de los sucesivos y dolorosos hechos del pasado.
Superados los avatares de su nacimiento, Guayaquil se erige como la capital económica y diversa del Ecuador, por la pujanza y desprendimiento de sus habitantes nativos y el emprendimiento tesonero de los foráneos que hemos sido favorecidos con su hospitalidad y calidez.
¿Cómo hacer de Guayaquil un lienzo para sobre él pintar su policromada y auténtica belleza, y papel en blanco para escribir los pasajes olvidados del pasado, narrando con veracidad sus glorias y poder con mis palabras, encender las luces de su historia que en ocasiones fue opacada por más de un perverso opuesto a su progreso? ¿Cómo olvidar que “Eres perla que surgiste del más grande e ignoto mar”; y que tu gente es “madera de guerrero”? Quiero de mi propia inspiración decir que:
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Con fulgores de clara mañana en la margen de un río gentil, naces Guayas fecunda y ufana al arrullo de la noble Quil. Desde siempre rebelde y bravía, no admitiste la hispana invasión que usurpó cual si fuera baldía nuestra tierra, con cruel ambición. Benalcázar te creó algún día, con esfuerzo volviste a nacer tras la adversidad. Hoy el tiempo registra orgulloso tu fundación, porque siempre saliste airosa. Que nadie pretenda con viles patrañas mancillar tu nobleza, porque llenas la historia de hazañas y conservas diáfana altivez. (O)
Joffre Edmundo Pástor Carrillo, educador, Guayaquil