Según el cristianismo –la religión más grande del mundo– son 10 los mandamientos que Dios entregó a Moisés grabados en piedra en el monte Sinaí. No dudo que su origen sea divino, pues han permanecido inmutables unos 3.500 años y los siguen más de 2.000 millones de personas en todo el mundo.
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No soy un experto en religiones, solo un cristiano común y corriente, que deberá purgar todas sus culpas para alcanzar la vida eterna. Mi formación general es laica, hice la secundaria y la universidad en planteles del Estado, aunque estudié la primaria en una escuela de monjas, donde hacía de monaguillo en las misas del convento. Me quisieron enviar al Seminario de Guápulo a estudiar para cura, pero mi padre se opuso, aunque él mismo nos llevaba a misa los domingos.
Siempre he pensado que los mandamientos tienen un orden perfecto. Los tres primeros regulan nuestra relación con Dios y los otros siete nuestro comportamiento con los seres humanos. Siendo así, el cuarto mandamiento “Honrarás a tu padre y a tu madre” sería el primero del grupo de los siete y más importante que no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no mentirás, no cometerás actos impuros y no codiciarás lo ajeno.
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El honrar al padre y a la madre no solo se refiere a la obediencia, sino también al respeto, gratitud y cuidado hacia los padres, especialmente cuando envejecen. También implica valorar sus enseñanzas, aceptar su autoridad y tratarlos con cortesía y amabilidad. En resumen, honrar a los padres no solo es un deber, sino una obligación que conlleva muchas bendiciones en esta vida y en la otra. Para los lectores que no creen en Dios deberían comenzar practicando al menos el cuarto mandamiento y es posible que Dios en su infinita misericordia los iluminará con sus bendiciones y entrarán a su reino. (O)
Carlos Hernández Bravo, ingeniero civil, Samborondón