No solo es el privilegio de poder elegir, sino también de poder ser elegido. Sobre todo, es el privilegio otorgado al país, con una mayoritaria población católica, de contar con un cardenal. El papa Francisco ha sido quien le ha dado esta alegría al Ecuador al nombrar como uno de sus asesores y como su representante aquí o donde estime conveniente a monseñor Luis Gerardo Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil, como nuevo cardenal del Ecuador, sexto en su historia.
La designación de cardenal es una atribución exclusiva del santo padre, es decir, él lo elige libremente, y por eso cuando conoció de tal decisión, monseñor Cabrera se sintió sorprendido. Y tras la sorpresa, el temor y la paz, entendió inmediatamente que “no se trataba de un honor, ni mucho menos un reconocimiento a algún mérito mío, sino a la bondad, la cercanía, la confianza del papa Francisco. Así lo interpreté y trato de vivirlo también con mucha serenidad”, anota.
Estas primeras declaraciones evidencian una de las cualidades que se consideran al momento de elegir un cardenal, la de la prudencia, que se suma a otras tres virtudes cardenalicias: justicia, fortaleza y templanza. Agréguense a estas la fe, la esperanza y la caridad, que son las tres virtudes teologales.
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¿Qué funciones cumplirá el nuevo cardenal Luis Cabrera?
Monseñor Cabrera es sacerdote franciscano, con licenciatura y doctorado en Filosofía. Arzobispo de Cuenca hasta 2015 y desde ese año hasta ahora arzobispo de Guayaquil. Preside la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, es director del Instituto Filosófico-Teológico, ministro de los franciscanos en Ecuador y mediador principal en los diálogos Gobierno-indígenas en los paros nacionales de octubre de 2019 y junio de 2022. Su vida pastoral social está marcada por la construcción de escuelas y atención en dispensarios médicos. (O)
Jorge A. Gallardo Moscoso, comunicador social, Samborondón