Un sistema judicial desahuciado contamina de muerte a una sociedad que no sabe en quién confiar ni a quién recurrir, porque a diario se ve en los noticiarios a narcotraficantes absueltos, violadores, extorsionadores, secuestradores, ladrones en libertad o con medidas sustitutivas y cada día, la sociedad está más desprotegida, con el terror de salir a las calles ya que no sabe si regresará con vida a sus hogares.

Es muy común que un ciudadano de a pie que no cuenta con los recursos para luchar contra cierto contaminado sistema, encuentre justicia en el ‘país de Manuelito’. Todos se cubren en este sistema y para aplicar el ‘tontómetro’ al pueblo se tiran la culpa entre sí ciertos policías, jueces y fiscales. Un violador paga, sale con honores de la cárcel gracias al SNAI (Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores) mientras la víctima lesionada en su honra, tiene amenazas de muerte, no se la protege, se la desampara.

Los que tienen dinero ‘son inocentes’, y los que no tienen ‘son los culpables’; es aterrador. No es raro observar el crecimiento económico de algunos que, gracias a los Estados Unidos, fueron desenmascarados, y siempre Estados Unidos da la mano ante el silencio macabro de ciertas autoridades ecuatorianas. Hay que hacer un mea culpa si creemos, pensamos o echamos la culpa al Poder Ejecutivo, de la escalada de injusticia y delincuencia en Ecuador, cuando es la Función Judicial la encargada de aplicar el derecho y la Constitución al ciudadano de a pie..., del pueblo que agoniza. ¡En Dios confiamos! (O)

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Gabriel Antonio Villegas Manzo, Guayaquil