Empezar este escrito con una frase de la famosa pintora del surrealismo mexicano Frida Khalo: “Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco”. ¿Por qué abre ella este espacio? Porque es una verdadera conocedora, sabia y talentosa en la pintura, y en sus escritos de su diario personal ella sabía que la única persona a la que podía conocer extremadamente bien era a ella misma, y las demás personas eran un mundo lleno de fantasías y de misterios. Por eso, sabemos que uno nunca llega a conocer a las personas completamente; como diría un antiguo refrán: “Caras vemos, corazones no sabemos”.

El trabajo y la inclusión

Así es, muchas veces ponemos a personas como nueras, yernos, suegras, suegros, amigos, jefes, colegas y demás en un pedestal como un tesoro que no se puede tocar; confiamos en ellas, pasamos tiempos de calidad. A su vez, despreciamos a otros que sí tienen corazones y pensamientos de bondad, juzgándolos de manera errónea, cuando otro refrán dice: “Nunca juzgues a un libro por su portada”. Por eso, piensa, conoce y abre tu corazón para ver la verdadera bondad de las personas, ya que esas personas del pedestal en un momento determinado se pueden caer y sacar sus verdaderas intenciones, lastimando a muchos con mentiras y calumnias, destruyendo honras, hogares, instituciones, empresas, fundaciones, familias y hasta países enteros, solo para conseguir un solo objetivo: su propio amor egoísta y enfermizo hacia otra persona, dinero, reconocimientos o profesión.

El trabajo y las leyes

A estas personas no les importa mentir y gastar dinero con tal de conseguir su objetivo: dañar al otro y ver a alguien bueno y bondadoso sufrir, porque en realidad jamás esa persona lo amó, estimó o consideró como alguien especial en su vida.

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El mensaje va dedicado a todos. Aprendan a tomarse su tiempo conociendo a las personas. (O)

Joaquim Alfredo Barragán Rovira, docente, Guayaquil