En nuestro país, particularmente, en la Costa ecuatoriana cada vez que se presenta el periodo de lluvias, por mediano que este sea, se producen efectos cuasi catastróficos que asustan a la población en su conjunto por las afectaciones que producen, a tal punto que parece que esto fuera parte de eventos rutinarios dada la frecuencia con la que ocurren. Ya no es novedad que grandes áreas agrícolas y urbanas se inunden, que tramos viales se destruyan por insuficiencia del drenaje longitudinal y transversal, puentes colapsados, y una sociedad que resiste y observa impávida estos contratiempos y que además, en ocasiones, solo recibe una pequeña ayuda para sobrellevar estos momentos de angustia y desesperación.

El puente Gonzalo Icaza Cornejo

En este ámbito, los organismos regionales y seccionales, junto con el Gobierno central, solo atinan a descargar sus propias responsabilidades echándoles la culpa a eventos naturales fuera de lo común, lo que en la gran mayoría de los casos no es correcto, adoptando un comportamiento culposo frente a las causas, destacándose, en ocasiones, solamente la buena predisposición para ayudar a la población a hacer menos traumática la crisis, lo cual no libera de responsabilidad a las instituciones responsables de velar por un acertado mantenimiento de los drenajes de las estructuras falladas. ¿Será acaso una novedad que estructuras del sistema vial colapsen por insuficiencia de su capacidad, o que ciudades como Guayaquil, Milagro, Durán, etc., se inunden por el colapso del sistema de evacuación de aguas lluvias o por los cíclicos eventos de mareas extraordinarias que hacen de algunas ciudades las Venecia del Litoral ecuatoriano?

Caída de puente en Daule: ¿tragedia o destino?

Dicho esto, es necesario que los administradores de turno asuman de una vez por todas el estudio de las soluciones y actúen con responsabilidad estructurando un plan que debe ser respetado a lo largo del horizonte de planificación, lo cual implica optimizar los recursos humanos y económicos; sin embargo, salvo comportamientos excepcionales que confirman la regla, a los políticos solo les interesan las obras que tengan un impacto mediático que sumen votos para una eventual reelección o para ayudar políticamente a algún colega del mismo partido que opta por un puesto de rango superior, que lo vemos a diario, precisamente, de cara al balotaje de la segunda vuelta electoral.

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La situación, lejos de ser excepcional, es tan rutinaria como los desastres que anualmente sufre la población durante la época de lluvias, por lo que se hace evidente terminar con este comportamiento, y para eso, solo basta resetear a los políticos para que entiendan de una sola vez que el bien común está por encima de sus mezquinos intereses personales o de grupo. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil