Hace 473 años Nostradamus, en 1550, ‘predijo’ que a más del 2020 también en el 2024 las naciones y las mayores capitales del mundo serían destruidas por la furia demoledora humana.
Muchos creen que no solo ‘predijo’ las pestes sino también el COVID-19, grandes catástrofes ambientales con consecuencias gravísimas para el planeta: falta de agua, alimentos y medicinas. Y una nueva pandemia que podría ser peor que la actual; un tercer conflicto bélico mundial, marcándose una lumpenización especialmente en los jóvenes del sur de América, con hechos delictivos que ya se están dando, pues la mayoría de su población, el 60 %, está por debajo de la clase obrera, sin trabajo definido y para sobrevivir realiza actividades al margen de la legalidad. Al no disponer de recursos formales depende de subsidios, dádivas y hasta de actividades ilícitas, ya que no se contenta con el bono programado por los gobiernos.
La difícil situación socioeconómica se da sobre todo en personas que culturalmente no tienen referencia sobre el futuro y responden a cualquier llamado político o “líderes” y demagogos, enrolándose en cualquier propuesta incluso delictiva, pues los hace sentir parte de un grupo. Esto tiene impacto en el crecimiento de la población desempleada. Y ciertos ‘migrantes’ de países vecinos van en aumento sin estudio, trabajo, alimentación, en metrópolis como Guayaquil, Quito, Cuenca, Loja, Manta, Machala, Riobamba, Ambato, etc., donde crece una cultura individualista y caótica que penetra en las relaciones sociales; odian la institucionalidad, rechazan la propiedad social y están dispuestos hacer cualquier daño. En una sociedad lumpenizada la lógica del éxito y el lucro personal se transforma en deseo desmedido, que se logra a cualquier precio, ocasionando destrucción y muertes; para ellos lo importante son los resultados ‘favorables’ para sí mismos. (O)
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José Víctor Arrobo Reyes, economista, Guayaquil