Siete meses atrás recibí la propuesta de una universidad empresarial de Guayaquil para impartir clases en modalidad híbrida (días presenciales y virtuales) en una de sus facultades. Acepté. Las clases comenzaron en octubre y terminaron en diciembre del 2022. Luego acepté otras materias en modalidad virtual, pues se ajustaba más a mis necesidades.

La primera factura para recibir mi pago la entregué en enero del 2023 y aún no ha sido cancelada, al igual que las otras tres que he entregado. Luego de insistir en reiteradas ocasiones para que se realice el pago, me contestaron que lo harían en la primera quincena de julio, pero el plazo no se cumplió. He enviado correos preguntando cuándo lo harán, he enviado mensajes telefónicos a varias personas, pero no he obtenido ninguna respuesta. Sé, por las denuncias de las redes sociales que hay muchos profesores como yo, que no trabajamos en dicha universidad por contrato sino por servicios profesionales, que están en la misma situación: no han recibido su dinero. Muchos profesionales en Ecuador tenemos uno o dos trabajos extras para poder cubrir nuestros gastos mensuales, pues la inflación en el país es alta y las cosas han subido de precio luego de la emergencia por la pandemia de COVID-19. Trabajamos desde muy temprano hasta muy tarde, pero, ¿qué podemos hacer cuando no recibimos el pago que hemos acordado por el trabajo? La institución que menciono cobra a los estudiantes y cuando estos se atrasan en sus pagos les niegan el acceso al campus virtual, lo que no les permite entregar deberes y rendir exámenes. ¿No deberían comportarse con la misma seriedad con los profesionales que hemos pasado horas trabajando para ellos? Hago un llamado a las autoridades de la institución exigiendo respeto y la cancelación de la deuda por los servicios profesionales prestados. (O)

Diana González Jaramillo, diseñadora, Guayaquil