La falta de energía eléctrica afecta a todos y todos debemos asumirla; sin embargo, no se conoce lo que las autoridades de regulación y control realizan para evitar que sus efectos directos sean traslados exclusivamente a millones de consumidores finales que pagamos por internet, telefonía móvil, rastreo satelital, monitoreo de seguridad, entre otros, sin recibirlos como fueron contratados. Tampoco se evidencian las acciones que las operadoras y otros proveedores de estos servicios han realizado para entregarlos en las condiciones contratadas, aunque para cumplir sus obligaciones deban realizar inversiones y gastos no previstos en sus planes y por tanto disminuir sus utilidades. La ética y la responsabilidad social corporativa exigen que las empresas afronten imprevistos como parte de los riesgos provenientes de la naturaleza, como el provocado por la prolongada sequía.
Personalmente, me he comunicado en muchas ocasiones después de esperar decenas de minutos para solicitar solución a la mala calidad o la falta de recepción de los servicios antes descritos sin lograr que los problemas se solucionen, puesto que la falta de comunicación generalizada continúa y afecta todas las actividades.
Las autoridades de regulación y control deben analizar estos problemas con los proveedores de los servicios para lograr las mejores y más oportunas soluciones. También deben diseñar nuevos procesos de supervisión ajustados a la dura crisis de energía eléctrica para garantizar la calidad de los servicios que pagamos millones de usuarios sin recibirlos.
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CNT: cancelación de línea telefónica
Un país sin conectividad, sin energía eléctrica y sin el cumplimiento de las obligaciones de cada uno de los actores está destinado al fracaso, por eso es indispensable que todos asumamos nuestras responsabilidades para identificar las causas de los problemas y trabajar en las soluciones. (O)
Mario Andrade Trujillo, Quito