Entramos a la temporada del Día de la madre, unos hijos atienden a su digna madre todos los días del año, con una llamada telefónica, comprando sus pastillas para su dolencia o escuchando sus historias de vida; otros, en cambio, suben sus mejores fotos a las redes sociales, pero en la vida real nunca la visitan.
En el mismo sentido hijos que ya son adultos, pero siguen viviendo a costa de su jubilación.
Unos dicen a los cuatro vientos que “madre solo hay una”, pero en cambio otros adultos mantenidos le gritan a su madre pensionada “madre solo hay una”, refiriéndose a que solo hay una cerveza en la refrigeradora y no ha hecho las compras con el dinero de su jubilación.
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En la educación financiera un hijo responsable cuida de sus ahorros y controla el despilfarro para poder brindar a la madre una paz y libertad financiera o incluso poder completar mensualmente con dinero las necesidades básicas de una señora de la tercera edad e incluso sacar tiempo del día a día para una llamada telefónica amorosa sin estar llevando malas noticias o haciendo traslado de estrés o angustias de sus problemas personales.
No esperemos el Día de la Madre para hacer regalos como compensación de lo que posiblemente dejamos de hacer todo el año o esperar que fallezca para recién decirle que la amaban o que criaron a un buen ser humano.
El Día de la Madre debe ser un momento de reflexión para hacer un balance de cómo nos comportamos en todo el año y realizar ajustes al andar en beneficio de su progenitora.
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Tratar hoy de ser una mejor hija o hijo de lo que fuimos ayer.
Un mejoramiento continuo en favor de ese gran ser humano llamada madre. (O)
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Pedro Gunnar Lundh, Guayaquil