Santa Elena va perdiendo ciertas construcciones antiguas. Las instituciones públicas poco o nada hacen por el patrimonio cultural. La recordada calle Comercio perdió las mejores casonas señoriales de inicios del siglo pasado, si se hubieran conservado, sería como el barrio Las Peñas de Guayaquil con chalets antiguos.

Leí en alguna publicación, de antaño, que varias obras servirían para conservarlas por sus esencias arquitectónicas coloniales costeñas. Es hora de que obras coloniales sean patrimonios. Existe una de más de cien años de construcción, fue habitada por prestantes ciudadanos santaelenenses reconocidos por sus roles solidarios, y amantes de la cultura. Tiene historia, recibió a los primeros extranjeros que vinieron a explotar el petróleo en Santa Elena, a personajes de las artes, cultura, política, religión. El piano, el violonchelo, la guitarra y otros instrumentos eran ejecutados en conciertos por sus miembros. Sus anfitriones tenían hijas poetisas; dejaron un legado al ser gestoras de la fundación del Centro Cultural Feminista de Santa Elena, primero en su género fundado en el país en 1929. La estructura tiene ventanales de chaza, balcones de balaustre de madera y locales con grandes portones donde funcionó la Oficina del Telégrafo (con sistema Morse) de Santa Elena. En su interior hay grandes salas y corredores. Esta obra cuenta con muchas salas. Sería la única grande, de dicho estilo, por ser conservada como patrimonio; a otras se las llevó el “progreso”. (O)

Evelio Reyes Tipán, Santa Elena