La persistencia y la tozudez son dos conceptos totalmente distintos.
La persistencia, según el diccionario, es “la acción y efecto de persistir (mantenerse constante en algo, durar por largo tiempo)”.
Sin embargo, la tozudez, según el diccionario, es “la cualidad de ser tozudo, lo que implica una actitud de obstinación y testarudez. Se refiere a la tendencia de una persona a aferrarse a sus ideas o decisiones sin considerar otras opiniones o alternativas. También se puede considerar sinónimo de terquedad”.
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Como se puede ver, la persistencia es una característica positiva, creadora, mientras que la tozudez es primordialmente una actitud de necedad, de egocentrismo.
Es persistente el que razona, el que escucha y se nutre de opiniones ajenas. Es tozudo el que no razona, no escucha, el que quiere imponer su verdad o su criterio a toda costa.
Con ocasión de los resultados electorales del 13 de abril de este año, en el Ecuador, vemos que un grupo político está haciendo gala de tozudez y quiere mostrarlo como persistencia. Vimos, durante diez años que gobernó esa agrupación política, muchas manifestaciones de tozudez, no de persistencia, y eso es parte de las razones que derivaron en su declive político.
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La opinión general ya decidió lo que ha dado como resultado la posesión del presidente Noboa, y los grupos políticos maduros ya tomaron sus posiciones claras de reconocimiento a los resultados.
Las posiciones dogmáticas son propias de los tozudos y les permite adoptar posiciones extremistas sin razonamiento alguno, como por ejemplo, el presidente Gustavo Petro, de Colombia, que se negaba a reconocer los resultados electorales de Ecuador, sin exhibir sustento alguno, repitiendo consignas de sus afines ideológicos, y luego viene a Ecuador a la posesión del presidente electo, en los comicios que él mismo cuestionó. El argumento de pedir la liberación de “presos políticos” también sin sustento alguno es realmente infantil.
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Con respecto al grupo político perdedor de las elecciones del 13 de abril en Ecuador, la decisión de no asistir a la posesión presidencial es un signo de inmadurez política y una manifestación de tozudez, así como de irrespeto al orden establecido. Impropio de una organización política seria. (O)
José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito