Leemos los ruegos de ecuatorianos enfermos, de que el presidente y el vicepresidente del Ecuador surtan de medicinas, insumos, equipos, especialistas, atención integral profesional y humana a los hospitales públicos.

Leemos los pedidos de jubilados que se sienten tratados por el Gobierno, el IESS, la administración de justicia, sus ex patronos, peor “que la última rueda del coche” del Ecuador, porque los han condenado al olvido, los tienen sin recibir en justa medida sus pensiones jubilares según dictan las resoluciones de la Corte Constitucional y las leyes. Ecuador no solo es un país inseguro, sino indolente. (O)

Marcial Velasteguí, Daule