Ninguna decisión de esta naturaleza ni los varios estados de excepción decretados en varios gobiernos tendrá los resultados esperados si no se implementa una profunda reforma penitenciaria que corrija al menos en parte el drama que se vive dentro de las prisiones del país.
Hacinamiento, promiscuidad, extorsiones a los familiares de los reos, deficientes condiciones y toda clase de perversidades han dado lugar a la reincidencia de los delitos en las cárceles. Los delincuentes, en general, continúan delinquiendo y dirigiendo sus negocios turbios, hacen de las suyas, se burlan de las autoridades penitenciarias.
Lo más justo es tratar de reincorporar a la sociedad al hombre moralmente corregido a fin de que no recaiga en la comisión de otros delitos como la comercialización de las drogas.
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En Babilonia también existían cárceles, se les denominaba “lago de leones”, en realidad no eran otra cosa que cisternas profundas en las cuales se encerraba a los condenados. No hay mucha diferencia con las cárceles actuales de nuestro país.
Enfocar el tema, en que los reos azotados por enfermedades contagiosas por la asistencia médica nula –si reciben o no un paracetamol, esa es la triste realidad– es mirar hacia un lado equivocado.
Hoy en Ecuador es noticia: las cárceles son manejadas por los internos. (O)
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Álex Xavier León Ramírez, Guayaquil