El uniforme de presidente de la República jamás le quedó grande, lo que denota que se preparó bien para el manejo de altas responsabilidades, fue por tanto buen alumno y no abandonó los principios con los cuales se formó; estas fortalezas contrastaron, tumbaron y enfrentaron al trasnochado sistema de creer que el poder es para hacer lo que le da la gana al gobernante.
La ponderación, la prudencia derrotó a la iniquidad y a la anarquía. Es profundamente satisfactorio y es una garantía también, vivir en medio de un conglomerado que se defiende y que sabe separar la “paja del trigo”. Una variedad de propuestas contra la democracia fueron desestimadas. Se acercaba la fecha 13 de abril y la ciudadanía en general y la gente de mayor de edad visualizaron el peligro de convertirnos en otra Venezuela, en otra Nicaragua, o en otra Cuba, estos últimos, los mayorcitos condujeron la opinión pública.
Me complace el triunfo del presidente Daniel Noboa Azín, además me reconforta. El ecuatoriano puede, así como lo ha podido hoy, ser el forjador de una nueva patria. No pensemos que el presidente de la República lo puede todo, pero podrá mucho en la medida de que seamos ciudadanos ejemplares. (O)
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Rafael Mendoza Avilés, abogado, Guayaquil