Aplicado por el Ineval, la mayoría de estudiantes de primaria y secundaria no alcanzaron el nivel mínimo de rendimiento esperado en Lenguaje, Matemáticas, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. En la evaluación participaron más de 47.000 alumnos de cuarto, séptimo, décimo de básica y tercero de bachillerato, la mayoría obtuvo puntajes inferiores al estándar mínimo de 700 puntos sobre 1.000.

Sin educación no hay paz ni libertad

Este es el resultado de una política pública deficiente y mediocre en materia educativa. ¿Por qué responsabilizar a las políticas públicas? La respuesta es simple: acuerdos ministeriales como “todos promovidos” han permitido que estudiantes que no logran aprendizajes mínimos sean promovidos automáticamente, igualando injustamente sus condiciones con aquellas de estudiantes que sí alcanzaron los niveles de aprendizaje.

No estoy diciendo que la solución sea reprobar masivamente a los estudiantes. No se trata de generar deserción, sino de aplicar la lógica: quien no alcanza el nivel mínimo de aprendizaje no debería ser promovido automáticamente. Sin embargo, en nuestro país, ocurre lo contrario: más oportunidades, más refuerzos, más ayudas y más evaluaciones; que no han cambiado en nada.

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El maestro y la educación en Ecuador

Mientras tanto, no importa cuántos esfuerzos hagan los profesores, cuántas capacitaciones reciban, o cuántos títulos de maestría o doctorado logren. Nada cambiará si el Ministerio de Educación sigue atando de pies y manos a los docentes y solo mire a una parte de los actores educativos, estudiantes y padres de familia; convirtiéndoles en afectados con derechos y menos obligaciones.

Mientras en Ecuador no haya un cambio estructural y existan políticas públicas mediocres, seguiremos cosechando los mismos resultados alarmantes. (O)

Roberto Camana-Fiallos, escritor y docente investigador, Ambato