El 14 de mayo asumen sus curules los 151 miembros de la nueva Asamblea Nacional (quienes fueron elegidos el 9 de febrero de 2025), en lugar de los 137 del periodo anterior.
Según un sano criterio, serían demasiados para lo que hacen; pero una controvertida ley dispone que a más población nacional más parlamentarios, aunque esta ley no dice nada de la preparación intelectual y la calidad moral que deberían ostentar los legisladores.
Pero, bueno, lo que importa es que estos ciudadanos legislen y fiscalicen con capacidad, sentido común y honradez, porque el país ha llegado al límite y ya no soporta a representantes que solo buscan satisfacer sus particulares intereses.
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El pueblo anhela que alguna vez aquellos en quienes deposita su confianza no lo defrauden.
Así, en lo medular, según se expresa por diferentes medios la ciudadanía, Ecuador necesita que la Asamblea Nacional, dejando aparte la demagogia y el clientelismo, cumpla con el mandato de que los proyectos sobre obras o servicios que sugieren al Ejecutivo cuenten con financiamiento debidamente sustentado; que el gasto fiscal sea austero y útil; que se racionalice la clasificación correcta de los delitos –robo es robo, independiente del monto, y si es con muerte ya es asesinato–; la eliminación de la llamada colaboración eficaz que, cumplida una pena irrisoria, devuelve al delator a la calle sin que indemnice al Estado; asimismo, que se mantenga recluido al delincuente hasta que pague las multas y devuelva lo robado; que instituyan el trabajo obligatorio de los reclusos para que devenguen su estadía, vestuario y comidas; igualmente, que limiten el número de organizaciones políticas, eliminándoles el financiamiento estatal; que sea urgente la creación de fuentes de trabajo real para disminuir el desempleo y terminar con onerosos e inútiles subsidios; y también limitar los puentes vacacionales por feriados, que matan la memoria histórica del país, entre otros temas que la Asamblea Nacional debe analizar y corregir a través de reformas o nuevas leyes.
Queremos creer que los nuevos legisladores, jóvenes en su mayoría, de buena crianza, sin mañas y preparados, muchos de ellos mujeres inteligentes y bien intencionadas, harán una Asamblea Nacional distinta y mejor, infinitamente mejor en sus propuestas y acciones que la que en pocos días concluye su desastroso periodo. (O)
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Teófilo Villón Barros, Guayaquil