El Ecuador está sometido a varios males. Uno de estos, la arraigada avaricia, codicia de su población, que cuando alguno llega al poder se dedica a enriquecerse; otro de los males es la penosa y lacerante mentalidad con la que nos han educado.
Sobre el segundo podemos decir que no nos educan para ser emprendedores, empresarios, generadores de riqueza a base de trabajo, sino que nos educan para ser empleados y, por ende, reclamar solidaridad, igualdad, distribución de riqueza, iguales oportunidades, etc.
La violencia no define al Ecuador
Nos hacen creer y nos convencen de que “las empresas públicas son del pueblo”. ¡Patrañas! Las empresas públicas son esquilmadas por los gerentes o directores de turno en beneficio personal o del “partido político”. Nos han hecho creer y nos convencen de que los enemigos son los empresarios, los triunfadores emprendedores, y no los ricos y millonarios servidores públicos o políticos. Nos han hecho creer y nos convencen de que es malo ser un empresario rico, en vez de tratar de serlo también.
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Nos han hecho creer y nos convencen de que no se sufre para crecer, para desarrollarse, para ser mejor cada día, que basta con tener “iguales oportunidades” para alcanzar un objetivo. Nos han hecho creer y nos convencen de que para triunfar basta con tener un masterado, un Ph. D., ¡y listo, seremos mejores!, y no estamos dispuestos a largas horas de dedicación, de trabajo, de esfuerzo mental.
Nos han hecho creer y nos han convencido de que la aptitud es lo que se requiere para desarrollar el país, dejando de lado lo más importante para lograrlo: la actitud. (O)
David Ricaurte Vélez, ingeniero mecánico, Daule