14 millones de dólares. Ese fue el valor de la fianza que Carlos Ramón Pólit Faggioni, el “contralor de lujo” del correato, acordó consignar al juzgado de Florida a cambio de unos meses más de libertad. Millonaria cantidad respaldada por inmuebles y propiedades de lujo en Miami que fueron puestos a nombre de sus hijos. Una cantidad exorbitante, robada de un país donde el 32 % vive con menos de $ 2,80 al día y donde muchos viven en casas de caña. Una verdadera bofetada en la cara a todos los ecuatorianos honestos que, con manos limpias y sudor en la frente, trabajarán todos los días de su vida sin llegar a ver ni una veinteava parte de lo que el señor Pólit acaba de sacar de su bolsillo.

Uno esperaría que después de semejante revelación los apologetas del correato por fin despierten y entiendan a qué nivel llegó el saqueo y corrupción en nuestro país durante la década perdida. Lamentablemente, como bien dijo Mark Twain, “es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”. Coloridas teorías conspirativas ahora circulan en redes, todas buscando desesperadamente lavarle las manos a la Revolución Ciudadana y seguir repitiendo que #LosCorruptosSiempreFueronEllos. Sin embargo, una simple lectura de las piezas procesales que se han hecho públicas no deja ningún tipo de dudas al respecto de dónde salió esa plata.

Para empezar, el “indictment” de la fiscalía (la acusación) es clarísimo. Los crímenes imputados tienen su origen en coimas millonarias entregadas por parte de Odebrecht en el periodo 2010-2014, y una coima de $ 500.000 relacionada con Seguros Sucre en el 2015, las cuales habrían sido “lavadas” utilizando el sistema financiero estadounidense entre el 2010 y el 2017. La ridícula teoría de que el dinero fue robado en el periodo de Lucio Gutiérrez o cualquier otro se cae al piso. La transcripción de la audiencia de fianza del 12 de abril es incluso más demoledora. Allí, en la página 25, el fiscal Berger indica que, con la excepción de un inmueble “de poco valor” adquirido en el 2005, “casi todas las propiedades fueron compradas en el curso de la conspiración”, cosa que se vuelve a repetir en la página 35, donde la jueza Becerra confirma que los inmuebles “fueron comprados durante el periodo de la conspiración”. En otras palabras, las millonarias propiedades de lujo con las que Pólit compró su libertad guardan relación con los crímenes investigados y fueron adquiridos en esos mismos años, es decir, en pleno correato. La transcripción también deja entrever la participación de otros ecuatorianos, por ahora anónimos, en este esquema de lavado, pues algunos inmuebles fueron adquiridos no solo con sobornos, sino con millonarias “inversiones” transferidas desde Ecuador. Una vez más, todo en plena Revolución Ciudadana.

En definitiva, la justicia estadounidense simplemente confirma lo que la justicia ecuatoriana ya había probado: que en nuestro país existió una red de corrupción que involucró a los más altos funcionarios del Estado. Nos gobernó una mafia. Los millonarios apartamentos del contralor “100/100″ de Rafael Correa son prueba irrefutable de ello. (O)