Lo que está viviendo el Ecuador es un caos en tema seguridad, propio de las etapas cuando las mafias narcotraficantes se disputan el territorio y quieren demostrar quién es el más fuerte.

Ante los atentados con explosivos a periodistas de medios de comunicación y otros hechos, hay personas que opinan que el escenario que tiene actualmente el país es igual al que vivió Colombia cuando Pablo Escobar realizaba y ejecutaba atentados; por ejemplo, cuando dinamitó el edificio del diario El Espectador.

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Ecuador vive momentos sangrientos, los cuales causan pánico en toda la ciudadanía, porque lastimosamente las micro y macrobandas ya territorializaron el país: cada una tiene su lugar de operaciones, y estas incluyen robos, extorsiones, secuestros, asesinatos, tráfico de droga, trata de personas, contrabando y todo negocio ilegal. Su única motivación es el dinero.

Hay un vacío de Estado o, lo que es peor, las instituciones estatales están corrompidas. Lo que antes era una salvación para la ciudadanía, ahora es un peligro. No sabemos si al pedir justicia nos protegemos o ponemos en riesgo nuestra vida. Son pocos los seres humanos que mantienen su ética.

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A pesar de que vivimos, literalmente, ríos de sangre, que en muchas ocasiones son ocultados pero no por esto dejan de existir, no estamos como en las épocas de Escobar.

Llevar nuestro escenario al de Escobar es hacerle una apología. El objetivo debe ser justamente el no llegar a esos niveles de violencia que implantó el cartel de Medellín en Colombia. Pero ¿aún se puede o estamos condenados a vivir los tiempos del Patrón?

Como en todo en el Ecuador, falta decisión política, pero qué decir de los políticos, si algunos están involucrados con las mafias y por esa razón se habla de narcopolítica. Entonces, nos queda a los ciudadanos cuidarnos y solidarizarnos entre nosotros, mientras y hasta donde se pueda, porque desarmados tampoco podemos frente a mafias que ahora tienen hasta drones con explosivos.

En este punto, ¿somos una sociedad preparada para armarse? ¿O nuestra inteligencia emocional e impulsividad harán que empecemos a eliminar a todas nuestras listas particulares de quienes nos caen mal? Nos toca afinar nuestros sentidos sin caer en la paranoia. Si nosotros no nos cuidamos, ¿quién lo hará? El unirnos como sociedad implica solidarizarnos.

El secuestro de la pareja quiteña en la Ruta Viva visibilizó que esta vía es un peligro, sobre todo en las noches. Según registros, incluso recién la otra semana se encontró un cadáver en esta zona.

Al llegar al aeropuerto de Quito, los taxistas cobran por una carrera lo que se les ocurre y parece que en complicidad ponen sus tarifas y dejan a la deriva a las personas que no tienen para pagar sus altos precios. Hay otras alternativas para movilizarse en ese sector; sin embargo, esa zona, donde solo era una vía cualquiera, ahora es un peligro.

Antes veíamos a Guayaquil lejana en su inseguridad; ahora otras ciudades la vamos entendiendo: hay vías en donde está la muerte. (O)