Por Livio Espinoza

El Ecuador ha sido siempre dirigido de manera reactiva y nunca en forma proactiva, por ello alerté con la debida anticipación que el proceso logístico para llevar a cabo con éxito la vacunación contra el COVID-19, vital para la supervivencia del Estado, tenía que contar con una planificación logística eficiente elaborada por expertos para satisfacer en cantidad, calidad y lugar adecuados, las exigencias que demandará la población ecuatoriana que requiere ser vacunada.

Hoy en día los ecuatorianos vemos con estupor que este proceso de vacunación está a la deriva, sin capacidad de reacción y del que no sabemos a ciencia cierta cuál es la realidad y peor aún cuál será el futuro de este proceso, lo que sí sabemos es que cada día mueren más compatriotas por esta falta de previsión y profesionalismo para tratar este tema tan delicado de la vacunación por parte del Gobierno.

El buque llamado Ecuador está atravesando dos grandes tormentas que están generando mucha hambre, llanto, dolor y pobreza en su tripulación, como son la económica que está en unidad de cuidados intensivos debido a la corrupción generalizada en todos los estamentos del Estado, grandes gastos innecesarios y préstamos excesivos de los Gobiernos de los últimos 14 años; y la pandemia COVID-19 que no ha sido enfrentada con una actitud proactiva y con la prioridad, liderazgo y la voluntad que ella demanda.

Para disminuir el temporal del COVID-19 se requiere del cambio de actitud de parte de los líderes del Gobierno central y de los descentralizados, empresariales, partidos políticos y gremiales, de manera que actúen bajo el principio de unidad muy esencial para la existencia del Estado, sin protagonismos e intereses personales, partidistas o gremiales, y que con un espíritu patriótico y una alta vocación de servir a los más necesitados se unan para amainar este temporal. En este sentido, para el Estado debe ser prioridad económica uno la obtención de vacunas y proceso de vacunación contra el COVID-19 de los ecuatorianos; fortalecer la cadena de salud hospitalaria en todo el país; dotarse de suficientes equipos, insumos y medicamentos que demanda esta pandemia; dejarse ayudar de los gobiernos descentralizados y de la empresa privada en este propósito tanto en la obtención de vacunas como en el proceso de vacunación. Los COE nacionales y cantonales deben adoptar medidas duras para evitar llegar a un contagio del tipo comunitario, esto es parar la libertad que se está dando a la ciudadanía en cada feriado o establecer mayores restricciones. Los municipios, prefecturas y empresas públicas y privadas deben adoptar estrategias diferentes y muy creativas para lograr mayor disciplina en los ciudadanos y empleados, tomando en cuenta que el SER es lo más importante y que la reactivación económica del Ecuador se alcanzará solo si su talento humano está sano, sin preocupaciones de contagiarse y peor aún de contagiar a sus seres queridos.

Los ciudadanos debemos adoptar una disciplina de conciencia que nos permita no ser parte del problema sino que, por el contrario, ser contribuyente de la extinción de este virus mortal.

Como mensaje final: votemos por quien esté en capacidad de afrontar y levantar la economía que permita parar esta pandemia y que nos garantice que seremos vacunados contra el COVID-19 inmediatamente. Si nos equivocamos, el COVID-19 continuará sin brújula y con ello pondremos en grave peligro nuestra supervivencia y será la estocada final el desplome de la economía ecuatoriana. (O)