Por María Verónica Castillo

Los vertiginosos avances a nivel mundial demandan una educación integral y dinámica a fin de lograr la participación plena de los individuos en la sociedad. Es decir, educar al individuo como uno y a la vez como miembro de una sociedad globalizada. Así, una propuesta educativa coherente y alineada a los avances de la sociedad como un todo, debe abordar los distintos procesos de aprendizaje y alinearlos a las tendencias mundiales; pero no solo abordarlos, sino garantizar que todas las acciones curriculares se orienten a trabajar efectivamente para su implementación y desarrollo.

Según la Constitución del Ecuador, la educación es un derecho de las personas a lo largo de su vida y un deber ineludible e inexcusable del Estado. Constituye un área prioritaria de la política pública y de la inversión estatal. Sin embargo, es una realidad que, en el año 2020, muchos estudiantes no consiguieron acceder al sistema educativo; pues, preguntas como: ¿qué se necesita para garantizar el acceso a la educación digital?, ¿cuántos ecuatorianos pueden acceder a la educación digital? ¿Cuántos hogares cuentan con herramientas digitales como internet y equipos? se debieron responder e implementar con antelación; no obstante, es una pandemia la que obliga al Estado a pensar en las exigencias del nuevo panorama global y las mejoras que esto implica. Pues mientras se discute el presupuesto de la infraestructura física para sostener un sistema educativo de hace más de un siglo, en el mundo hace más de una década que la educación digital es una realidad sostenible y sustentable.

Se necesita transformar la educación, empezar por reconocer que nos falta mejorar, para luego realizar un estudio exhaustivo de la realidad actual del sistema educativo, que, en la actualidad se centra en educar de cara a una sociedad específica, a una cultura específica, en un determinado contexto; mientras que los avances tecnológicos y la economía global exigen ciudadanos del mundo y para el mundo. El sistema educativo ecuatoriano está formando profesionales que se adapten al modelo social predominante, olvidando que el compromiso actual es formar profesionales auténticos, capaces de mirar la realidad y de comprometerse a dar aportes valiosos, dinámicos y vanguardistas, que le permitan a la sociedad ecuatoriana, salir de la realidad actual para lograr un desarrollo sostenible y sustentable.

El desafío del nuevo gobierno es mirar al sistema educativo con visión transformadora y poner toda su creatividad en alinear la educación hacia los requerimientos de la nueva economía global. Por tanto, se necesita formar profesionales competentes, capaces de crear soluciones para las problemáticas mundiales. En este ámbito de pensamiento, el Estado ecuatoriano necesita garantizar el acceso a la educación como un proceso continuo y permanente, implementando modelos integrales y dinámicos para que los futuros profesionales pasen de ser una carga para el Estado a ser agregadores de valor para el Ecuador y el mundo; profesionales cuyo objetivo primordial sea: servir mejor a la sociedad en general. (O)