El romance del hombre con el motor de combustión interna duró 135 años. La máquina patentada por Carl Benz en 1986, que se automovilizaba, inauguró la nueva era industrial en que se reemplazó la fuerza animal con la máquina. Quien hoy anda en un Spark, antes montaba caballo; el que se transporta en un Mercedes Benz, iba en carroza halada por corceles; quien hoy transporta productos en camioneta tenía carretilla halada de mulas; la antecesora de los camiones es la carreta con bueyes, y a la yunta de bueyes la reemplazó el tractor. Esos nobles animales se domesticaron hace 6.000 años. Lamentablemente la domesticación no incluyó hábitos de higiene, por lo que las vías de las ciudades estaban cubiertas de estiércol mezclado con orina. Las botas de alto caño eran indispensables. Imagínense que en el tráfico de Guayaquil con 2,5 millones de habitantes, en lugar de automóviles y buses, hubiese el mismo número de caballos, mulas, bueyes. En lugar de emisiones de gases expedidos por los tubos de escape, tendríamos una espesa capa de desechos orgánicos expelidos por los esfínteres. ¿Qué es más insalubre?
La brumosa Londres de Sherlock Holmes lo era por la emisión de las fábricas a carbón. La sustitución del carbón con el diésel aclaró los cielos de la metrópolis industrial.
En Ecuador nunca se utilizó mucho el carbón mineral. Pero se cocinaba con carbón vegetal y en la Sierra los hogares se calentaban con leña. La sustitución de leña y carbón con gas desaceleró la deforestación. Hoy, hombre y motor se divorcian. Se culpa al automóvil de la emisión de carbono, principal causante del calentamiento global, que amenaza con causar grandes catástrofes planetarios. La Unión Europea tramita una ley comunitaria que prohibiría la venta de vehículos de combustión interna a partir de 2035. Algo similar se plantea en Estados Unidos.
Contraemos nuevas nupcias, esta vez con el vehículo eléctrico. ¿Cómo se generará la electricidad adicional? En parte, con centrales térmicas. Menos contaminación petrolera por vehículos, pero más en generación. Se quiere generar más hidroelectricidad y así depender menos del petróleo. Para generar hidroelectricidad se represa un río, con lo que se interrumpe la vida en este: el migrar de peces, las periódicas inundaciones y fertilización de las riberas. La presa Daule-Peripa significó la disminución del caudal del Daule, hoy el agua del golfo avanza río arriba, se forman islotes, hay menos pesca. El Coca sufre una acelerada erosión en la zona en que se construyó la mayor hidroeléctrica del país y colapsó la cascada San Rafael.
El corazón de los vehículos eléctricos es una enorme batería. ¿Qué se hace con las baterías de los carros eléctricos desechados? Imagínense el desastre ambiental de un relleno con cientos de miles de esas baterías. De sus células escaparían toxinas altamente contaminantes. Los autos actuales, en cambio, se desguazan, y lo no utilizable se chatarriza.
Del caballo al motor de combustión interna y al motor eléctrico, migramos de un tipo de contaminación a otro. El problema central es que la humanidad ha crecido enormemente, somos 7.800 millones. El nivel de vida se eleva, demandamos más bienes y nuestra huella de carbono crece. Al impacto ambiental del triunfo de la especie humana aún no se le encuentra solución. (O)