Definitivamente, Elon Musk es un hombre de negocios y lo está demostrando con su sonoro arribo a Twitter, el ring global de la discusión política, al que parece haberle visto un enorme potencial.

Estamos hablando del hombre más rico del mundo, con sus vehículos sin conductor y sus viajes privados al espacio, amén de otro sinnúmero de intereses, ahora dando sus primeros pasos financieros en la plataforma preferida de los mileniales y generación X: cobrar 8 dólares a todo aquel que quiera verificar su cuenta, requisito casi indispensable cuando se quiere saber si se está discutiendo algo con el protagonista, el directa o indirectamente afectado de un hecho, en definitiva, con la persona correcta. Y si le sumamos la ola de despidos que ha provocado al llegar, así como su anuncio de que no cree en el teletrabajo y quiere a todos donde los pueda ver, queda a las claras su visión del nuevo Twitter.

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Los medios, que durante años han venido llevando una batalla global con las plataformas de búsqueda y de intercambio de contenidos, que aprovechan sus esfuerzos periodísticos para ganar dinero, ahora tendrán que pagar si quieren estar formalmente allí. Y los periodistas, que habían desarrollado una adicción al Twitter, del que toman buena parte de sus referencias y al que aportan muchas veces con “exclusivas” tomadas de su trabajo para los medios en un afán de liderar una conversación que les dé un cuarto de hora de fama, tendrán que pagar también a la plataforma del señor Musk. Si quieren seguir teniendo las discusiones viscerales como fuentes citables, ahora tendrán que acceder al paquete de beneficios que ofrece previo pago el nuevo propietario, en el que incluso está el acceder al contenido que los medios han puesto tras un muro de pagos.

... ha llegado el ansiado momento de los medios de acelerar su distanciamiento con los motores de búsqueda...

Coincido entonces con quienes creen que ha llegado el ansiado momento de los medios de acelerar su distanciamiento con los motores de búsqueda y las plataformas moderadoras de la discusión con temas que los propios medios, paradójicamente, pusieron sobre la mesa.

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Y si los medios ven a las plataformas digitales como la inevitable vía de conexión con las audiencias y sus nuevos gustos para informarse, es bueno recordar que históricamente Twitter no ha logrado ser un generador de tráfico de alta relevancia. No ha logrado convertirse en una fuente de ingresos para sus cultores, como sí lo son YouTube, Facebook e Instagram, pese a sus problemas corporativos; y más recientemente TikTok, con su monetización eficiente, aunque enfrentando un alto riesgo de saturación. Y dado el corto espacio de su formato, Twitter tampoco ha servido para hacer negocios, con contenido auspiciado o menciones a marcas y servicios.

Lo que podría quedar vacante con esta exigencia remunerativa de Musk sería el liderazgo de las discusiones, que ni siquiera los grandes medios del mundo, muchos embarcados tarde en el boom tecnológico, han podido arrebatar a plataformas como Twitter.

Pero esta nueva visión y las nuevas decisiones de su propietario podrían ser la gran oportunidad que medios y periodistas esperaban para revalidar ese liderazgo. Para que las nuevas audiencias se informen con responsabilidad. (O)