Todos conocemos a personas con estas dos dolencias. La escoliosis es una desviación de la columna que hace aparecer a la persona “chueca”, y en casos graves dificulta muy seriamente la capacidad de la persona de caminar. La anemia, cuando es severa, quita la energía a la persona, y la deja sin ganas de hacer las cosas.


La economía ecuatoriana tiene las dos. Y en forma crítica. La crisis fiscal es una anemia crónica, severísima, producto de la gigantesca hemorragia de los subsidios y de la grasa del Estado, con entidades y departamentos que no deben existir y ahí siguen quemando recursos.


Pero lo más grave es que está combinada esa anemia con muchas escoliosis, producidas por una serie de distorsiones que, aunque la anemia se curara, seguirían haciendo difícil que el Ecuador camine.


Esas múltiples escoliosis son por ejemplo el alto costo laboral, pues cuando se suma al salario mínimo todos los extras, incluido el 15 % de participación de los trabajadores en las utilidades, las empresas no pueden caminar bien, y los inversionistas se alejan, sobre todo los del exterior.

Otro ejemplo es la estructura de tasas de interés, politizada, irracional, que por más buena voluntad que haya tenido la junta de regulación financiera haciendo ciertos cambios, son totalmente insuficientes para resolver el problema. Por lo tanto, el sistema financiero no canaliza los recursos hacia la inversión, sino hacia el consumo, en grave detrimento del crecimiento futuro del Ecuador.

Otra escoliosis es la de la corrupción en la contratación pública, que hace que los derivados del petróleo importados sean mucho más caros que en el mundo, o que las obras públicas cuesten más de lo que deben costar, o que las centrales hidroeléctricas no funcionen.

Otra gravísima es la situación del IESS, el cual tanto en su fondo de salud como en el de invalidez, vejez y muerte está quebrado, y hoy además ilíquido, poniendo un gran riesgo sobre la estabilidad económica, política y social del Ecuador.

Otra escoliosis es el sistema judicial, cuyas características han sido suficientemente analizadas en este país.

Un anémico crónico, cargado de tantas escoliosis simultáneas, está muerto en vida, no puede caminar, no puede avanzar.

Y la solución de todos estos temas (más muchos otros que no hay espacio en un artículo como este para analizar) no son materia de la discusión política actual, no son tema de la Asamblea, no son tema del Ejecutivo, no son tema de los partidos y de los líderes, cuya mira telescópica con láser está puesta en el año 2025, esto es en las futuras elecciones.

Me pregunto: ¿qué tiene que pasar para que la sociedad reaccione? ¿Encontrarnos de la noche a la mañana con una crisis en la cual el Estado no paga a nadie, y el IESS no paga pensiones ni gastos médicos? Para cuando eso llegue, que no está muy lejos, se empezarán a rasgar todos las vestiduras, echarán la culpa al gobierno de turno, y buscarán capitalizar políticamente para las elecciones siguientes.

O actuamos ya o este anémico con escoliosis múltiples perecerá con un enorme sufrimiento de toda la sociedad. (O)