Dice un amigo: “Vivimos 100 % en lo político”. Y la política tiene dos vertientes: la mala, donde cada uno impone su punto de vista; y la sana, donde se buscan acuerdos, porque los políticos (Gobierno, Asamblea) deben buscar el único objetivo de los ciudadanos: que ayuden a trazar un mejor sendero... y evitar choques.

La Asamblea devolvió la Ley de Oportunidades porque una ley urgente solo puede abarcar una temática y esta abarca varias. El Gobierno considera que todo lo propuesto tiene un mismo paraguas, que es crear mejores oportunidades. Interpretaciones. Se puede pensar que el Gobierno tenía buenas intenciones (empujar un paquete amplio de necesarias reformas) o malas (que la Asamblea se entrampe en la discusión de las leyes, y estas, al cabo de 30 días, pasen por ministerio de la ley, lo cual es malsano; o desprestigiarla al devolver la ley). Igual se puede pensar que la Asamblea actuó bien (quiere discutir las leyes, pero el contenido era demasiado amplio) o mal (desde el primer paso mostrarle al Gobierno su oposición). Prefiero mirar positivamente: el Gobierno sí actuó bien al asegurar que requerimos de amplias reformas, y la Asamblea también porque el proyecto era demasiado vasto (sinceramente, si yo fuera asambleísta también lo habría devuelto: imposible analizar con seriedad tanto articulado en 30 días). Pero mejor dejar de lado interpretaciones siempre subjetivas y mirar hacia adelante: que el Gobierno reenvíe las leyes en dos partes.

La pregunta importante es: ¿son esas leyes razonables? Repuesta: sí, con limitado entusiasmo (… solo uso la palabra razonables, porque ciertamente podían ser mucho mejores, pero la vida rara vez es ideal).

¿Razonable ley laboral? Plantea lo mínimo necesario: un contrato alternativo solo para nuevos trabajadores. ¿Cambia el salario básico? No. ¿15 % de utilidades? No. ¿Elimina la jubilación patronal para los nuevos? Sí, pero igual se aplica en pocos casos. ¿Mantiene las 40 horas? Sí. ¿Reparte las 40 horas en 6 días de la semana sin recargos? Sí, es lo normal. ¿Plantea trabajo por horas? No. ¿Menores indemnizaciones? Sí, son excesivas. ¿Ajustar horas de trabajo y salarios en caso de crisis? Sí, es sensato. ¿Al liquidar una empresa, se aplica desahucio y no despido intempestivo? Sí, lógico.

¿Reforma tributaria? ¿Aporte patrimonial de los que mejor han vivido la crisis? Está bien… aunque no se ve la contraparte: un real esfuerzo del Gobierno para reducir tanto gasto improductivo. ¿Una nueva tabla de impuesto a la renta? Mal, porque en un extremo arranca con la idea de que con $ 2.000 uno es “privilegiado”, y en el otro extremo se llega demasiado rápido al 35 %. ¿Nuevo mecanismo para microempresarios? Debe ser mucho más simple que lo planteado. ¿ISD? Hay mejoras, pero sin una ruta para su eliminación, ¿Algo simplifica? Sí.

¿Otros? ¿Impulsar petróleo y minería sana? Lógico. ¿Competencia en el mercado de combustibles con focalización a los más pobres? Lógico. ¿Reformas del sistema financiero para atraer más banca internacional que compita en el país? Lógico.

En definitiva, lo del Gobierno es perfectible y se debe discutir. Grave sería el choque de trenes que obligue a una consulta popular o peores (la Asamblea parece empujar en esa dirección)… ¿Lo podemos evitar? Ojalá. (O)