Este fin de semana la derecha radical logró una importante votación en dos regiones ubicadas en lo que fue Alemania Democrática, el Estado fundado después de la Segunda Guerra Mundial con el territorio del Este bajo el control soviético. Los votos alcanzados, incluso siendo la primera mayoría en una de las provincias, no serían suficientes para que el partido extremista Alianza por Alemania gobierne, porque el resto de las organizaciones políticas conformarán una coalición regional para impedir que esto ocurra.

Una historia de la democracia

El discurso de esa organización se levanta sobre un tema obsesivo, que es la xenofobia, el odio a los extranjeros. El rechazo a la migración es especialmente intenso en Europa cuando se trata de comunidades provenientes de países musulmanes; sin embargo, su retórica no es muy diferente de la que se usa en otros continentes. Sin ir más lejos, en la campaña de Trump en los Estados Unidos: ahí las imágenes que se construyen serían francamente inconstitucionales e ilegales en Alemania. El dirigente de la Alianza alemana llamó el 23 de agosto en un video llamando a poner fin a un “forzado y desviado sendero de multiculturalismo”, esa es su base ideológica; pero Donald Trump, en mayo, por ejemplo, denominó a las personas buscando refugio, como un grupo de hombres jóvenes, que llegan a los EE.UU. desde Asia, África, Medio Oriente con la intención de formar un ejército (en términos literales y no metafóricos), para atacar ese país desde adentro. La idea evocaba no sólo el miedo a lo distinto, sino la inminencia de una amenaza militar que habría que controlar con medios parecidos.

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La inmensa mayoría de las personas que optan por migrar ilegalmente han perdido casi toda posibilidad de vida estable en sus lugares de origen. Lo hacen porque no hay futuro o porque sus vidas corren riesgos. Son mujeres con sus niños, hombres pobres con la expectativa de sobrevivir en un último horizonte de esperanza, quienes llegan a Europa son desplazados por guerras que lo destruyeron todo como en el caso de Siria o cuya miseria es insoportable como ocurre con los países al sur del Mediterráneo. Aquellos que viajan a Estados Unidos son muy cercanos a nosotros, son decenas de miles de venezolanos, por ejemplo, que apenas sobreviven caminando por las calles de toda Sudamérica, o compatriotas -los conocemos- que no tendrán opción a corto plazo de educación, salud, vivienda, salario, o huyen amenazados por bandas criminales igual que en Centro América o México.

Desinformación y odio en redes sociales

Las campañas políticas se levantan sobre apelaciones emotivas antes que racionales, pero su construcción es deliberada. En todas partes apuntan a las sensibilidades más nobles de las personas y también a sus prejuicios más oscuros. El problema es que no son sólo imágenes y símbolos los que se exhiben, sino que constituyen plataformas que legitiman conductas que pueden ser lesivas, en los hechos, a personas inermes e inocentes. El Ecuador es muy vulnerable al odio prefabricado y a la retórica violenta y desaforada de sus más conspicuos políticos de izquierda y de derecha. (O)