Los profesores Robert Cooter y Hans-Bernd Schafer, dos de los grandes referentes del movimiento del Law and Economics a nivel mundial, comienzan su famoso libro Salomon’s Knot: How Law Can End the Poverty of Nations refiriéndose a Ecuador.

Su libro empieza con el siguiente ejemplo:

Una familia ecuatoriana es dueña de una exitosa camaronera ubicada cerca del golfo de Guayaquil. Para crecer más rápido, el negocio necesita financiamiento externo. Si la familia vende acciones, los inversores van a recibir dividendos cuando las ventas de camarón aumenten, pero no van a recibir nada cuando las ventas disminuyan. Si la familia obtiene un préstamo, el prestamista va a recibir pagos mensuales, independientemente de si el camarón se vende o no. El pequeño mercado de valores de Ecuador evita la venta de acciones y la familia opina que tomar un préstamo es muy riesgoso. Así que la familia se olvida de conseguir financiamiento externo y su negocio crece más lento, apalancado únicamente en el capital que el propio negocio genera.

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El sector camaronero ha crecido sostenidamente en los últimos cinco años, a una tasa promedio anual del 15,4 %. Hay quien estima que se podrían exportar siete mil millones de dólares en camarón durante este año. Pero, como sugieren los profesores Cooter y Schafer, con mejores instituciones legales, este crecimiento pudiera ser, incluso, mayor.

Un mercado de valores no puede florecer a menos que el derecho societario proteja en forma efectiva a los inversores.

Los camaroneros, como todos los empresarios, tienen básicamente dos opciones de financiamiento externo: la venta de acciones o el préstamo. Lamentablemente, las instituciones legales del Ecuador han vuelto prácticamente impensable que los camaroneros se financien con la venta de acciones. Un préstamo es más riesgoso para un emprendedor que vender sus acciones, así que un débil mercado de valores reduce la inversión y hace que el negocio crezca a un ritmo más lento del que pudiera.

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Un mercado de valores no puede florecer a menos que el derecho societario proteja en forma efectiva a los inversores. Cuando alguien invierte en una compañía que no controla, corre el riesgo de que los administradores se vayan a apropiar de su inversión. Las acciones dan derecho a sus dueños a una parte de las utilidades de la compañía, pero los administradores de la compañía pueden esconder esas utilidades. La ley debe dar seguridad al inversor de que esto no va a ocurrir. Y aunque ha habido una clara intención de ir en esa dirección con recientes reformas a la Ley de Compañías, lo cierto es que de nada sirve lo que diga una ley si un sistema judicial lento y corrupto, como es el caso, no da una vía efectiva para que la ley se cumpla.

En el otro extremo, un mercado de valores tampoco puede florecer en un lugar en donde los inversores no asuman riesgo. Si la gente cree que comprar acciones equivale a un retorno a la inversión, entonces la figura se desnaturaliza. Debe estar muy claro que comprar acciones puede suponer una gran utilidad, pero también que existe la posibilidad de pérdida de la inversión.

Para ayudar a financiar el camarón se necesita de un sistema judicial efectivo y de una cultura de asumir riesgos. (O)