Aunque la presidencia de Gorbachov ha sido mucho más corta que los veinte años de Putin como líder de Rusia, Gorbachov cambió la historia del imperio ruso y terminó con la Guerra Fría. Los pilares fundamentales de su gobierno fueron la perestroika, reestructuración y apertura de la economía, y glásnost, transparencia del sector público. Estas reformas llevaron a un cambio importante en el imperio ruso que finalmente llevó a su desmoronamiento.

Su decisión de no reprimir a los países detrás de la cortina de hierro llevó a la caída del muro de Berlín, a la unificación de Alemania y a la separación de la Unión Soviética en 15 países. Los cambios traídos por la perestroika llegaron demasiado tarde para detener el colapso de la economía rusa por el excesivo centralismo estatal y la falta de iniciativa privada. Adicionalmente, la transparencia de información pública traída por el glásnost, si bien reconoció el valor de muchos disidentes como Aleksandr Solzhenitsyn, también expuso las arbitrariedades de los previos gobiernos autócratas, pero generó una preocupación importante de los líderes de la KGB, quienes junto con dirigentes de la vieja guardia planearon el golpe de Estado de agosto de 1991. Si bien Gorbachov sobrevivió a este golpe, dimitió como secretario general del Partido Comunista y el 25 de diciembre de 1991 renunció a la presidencia con las siguientes palabras: “Vivimos en un nuevo mundo. La Guerra Fría y la carrera armamentista han llegado a su fin, así como la desbocada militarización del país, la cual ha afectado al país, la actitud pública y moral. La amenaza de una guerra nuclear ha sido removida”.

la reestructuración y apertura de la economía significa liberar al sector privado de la sombra del sector público que lo detiene en su telaraña de trámites y organismos de control los cuales en muchos casos no son más que una manera de propiciar la corrupción como se vio en los múltiples casos de corrupción de Odebrecht y Petrobras.

Muchos países del mundo se beneficiarían si un líder como Gorbachov llegase al poder y aplicasen los mismos principios de reestructuración de la economía y transparencia aplicados en Rusia. Noruega muestra un nivel muy bajo de corrupción porque sus cuentas son públicas y los ciudadanos se convierten en sus propios auditores. Este principio se aplica no solo a nivel de cuentas públicas, sino en la difusión de ciencia y tecnología. La estructura hermética y altamente centralizada de la Unión Soviética llevó a su rezago científico y tecnológico en relación con EE. UU. lo que implicaba que no podría ganar la Guerra Fría ya que esta era impulsada por innovaciones científico-militares.

De igual manera, la reestructuración y apertura de la economía significa liberar al sector privado de la sombra del sector público que lo detiene en su telaraña de trámites y organismos de control los cuales en muchos casos no son más que una manera de propiciar la corrupción como se vio en los múltiples casos de corrupción de Odebrecht y Petrobras. Muchos líderes políticos no están interesados en estos cambios puesto que esa es su fuente de riqueza o la forma de perpetuarse en el poder. Esperemos que Latinoamérica aprenda de las reformas de Gorbachov, su espíritu altruista –que lo demostró al dejar la presidencia– y la lección de que aun uno de los imperios más grandes de la humanidad puede cambiar si existe el liderazgo apropiado junto con un pueblo ansioso de transformarse, como sucede en muchos países de Latinoamérica. (O)