Tenemos nuevo alcalde y con esto la posibilidad de manejar un turismo de una manera distinta. Algo que la administración anterior no tuvo fue un plan de turismo, algo que sí han tenido Quito y Cuenca, y algo que siempre he pensado que nos hace falta. Pero no en este momento. Los planes maestros son metodologías que se propusieron hace décadas en los países del norte. Sus métodos asumen que el contexto político, social y económico en el que el turismo se desenvuelve es estable y con base en esa estabilidad se hacen proyecciones de ordenamiento hacia el mediano y largo plazo. Incluso, los métodos de planificación participativa que vinieron después también asumen que se puede llegar al orden y a consensos sociales. Sin embargo, el consenso simplifica la realidad, desconociendo opiniones divergentes y manteniendo a los grupos marginalizados del turismo al margen. Se dice que hay tantos tipos de turismo como hay turistas en el planeta, pero los planes maestros en su afán de tener líneas rectas hacia el futuro tienden a ignorar la multiplicidad de formas de crear y hacer turismo.

Guayaquil es una ciudad diversa y caótica que está dentro de un país inestable e inseguro. La incertidumbre y la desorganización son nuestro día a día, y me atrevo a decir que esto hace a Guayaquil única e inigualable. ¿Cómo podemos usar métodos antiguos, traídos de lugares donde todo funciona ordenadamente para planificar el turismo en Guayaquil? La respuesta es clara: no deberíamos. En este momento no necesitamos un plan maestro de turismo, pero sí necesitamos planificación. Según los estudios, la aplicación de planes no garantiza el cumplimiento de objetivos. Sin embargo, sí hay evidencia sobre cómo la planificación que promueve la participación inclusiva y transparente genera confianza para el trabajo y la acción conjunta. También son una fuente de conflicto y caos, es verdad, pero se pueden usar los conflictos y las crisis como fuentes de innovación y diversidad creativa.

La incertidumbre y la desorganización son nuestro día a día, y me atrevo a decir que esto hace a Guayaquil única...

La planificación creativa y de respuesta se puede lograr, por un lado, con la apertura de un espacio de diálogo continuo que apoye el trabajo de la Empresa Pública Municipal de Turismo, y por otro, con la definición de estrategias de acción en temas clave. Esto no es nuevo: en la administración anterior se activó una mesa de respuesta a la pandemia que tuvo sus críticas por ser más informativa que participativa. Sin embargo, los dos métodos son adecuados para responder a la aguda crisis que el sector turístico está viviendo. Por un lado, las estrategias permiten respuesta a temas coyunturales y, por otro, las mesas permiten alinear acciones entre diversos actores. Los planes maestros de desarrollo requieren tiempo, dinero y estabilidad para su ejecución. Hasta donde sé, ahora mismo el sector turístico no tiene ninguna de las tres. En otras palabras, podemos trabajar a largo plazo para tratar de ordenar el turismo en una ciudad caótica, o aceptar ahora nuestras diversidades en la forma en que el turismo se vive y se practica, y, aun así, apuntar hacia la misma dirección. (O)