El presidente dice querer una nueva Constitución: inicia el largo proceso de dos a tres años que arranca con la consulta para desencadenar –en caso de ganar el sí– el proceso constituyente. Noboa, de pocas palabras incluso cuando las lee, no ha dicho qué quiere escrito para el nuevo país que repite su aparato de propaganda. Muchos ecuatorianos, de esos que no estamos ni con el correísmo ni el noboísmo, vamos a votar no para evitar el incierto camino de una constituyente. Tenemos muchas razones, desde las ideológicas y políticas hasta de ahorro económico y de tiempo. Brevemente, algunas:
1. Si una Constitución es el pacto social bajo el que aceptamos vivir, lo mínimo al redactar un nuevo contrato es tener acuerdos. En nuestra historia, cuanto menos actores sociales y políticos decidieron una nueva Constitución, esta menos tiempo duró. Además, incluso en una carta como la preparada en la Gloriosa, en que se unieron todos los sectores sociales para su redacción, bastó un autoritario, en 1945 ese fue Velasco Ibarra, para echar abajo el documento. La falta de consensos para suspender el paro nacional por parte del Gobierno, sumado a su incapacidad de redactar leyes coherentes que eviten el enfrentamiento con la Corte Constitucional, muestran el poco interés de hacer una Constitución con participación real con los ciudadanos. Actualmente hay dos fuerzas políticas con rasgos antidemocráticos, legislando mal. Si el más de 40 % que no nos sentimos representados ni por Noboa ni Correa estamos huérfanos de voz, preferimos mejorar lo que hay que el golpe de esos dos personajes acordando nuevas reglas.
2. A falta de enunciar su propuesta constitucional, el presidente ha mostrado en acciones lo que cree en el paro nacional que sufrió el Ecuador. “No al diálogo”, dice mientras reparte represión a todos por igual, cuando claramente hay violentos que son distintos de quienes protestan pacíficamente. Afirma el talante poco democrático del personaje llamar a todos los manifestantes, sin matices, “terroristas”. Mientras, no sanciona a militares que patean a heridos mortales.
3. El cómo elige a sus colaboradores nos da más pena. Muchos de sus subalternos en ministerios, departamento legal y asambleístas no pueden expresarse –difícil si no hay ideas que explicar–, leen lo que sus asesores aún menos inteligentes opinan, han propuesto leyes con faltas ortográficas y errores jurídicos garrafales.
4. Es preocupante ver los escasos ejemplos de lo que Noboa cree debe hacerse: dar indulto anticipado a militares y policías por actos violentos. Si en cualquier país eso es impunidad garantizada, peor aún en uno que tenga infiltración criminal en sus fuerzas. Más la irresponsabilidad de algunos militares y policías con pésimo entrenamiento en derechos humanos.
El no será un favor que le hacemos al presidente. Un pretexto para dar un giro de timón a su gobierno. Con un buen equipo político podrá enviar mejores leyes y concentrarse en mejorar la gestión. Si su afán es estar en procesos electorales-campañas, podrá consultar periódicamente esas reformas y hasta enmiendas constitucionales aprobadas por sus legisladores. Si eso hubieran hecho, ya tendrían un paquete propio, no heredado, que consultar a la nación. (O)








