Estoy de acuerdo en que hay que parar para avanzar. Parar de improvisar y de actuar sin estrategia y planificación. En un mundo que vive en inestabilidad es muy difícil alcanzar las metas sin tener claro lo que queremos y el camino a seguir.

Hay que parar de mirar los hechos con los lentes del pasado, anclados a viejas mentalidades o concepciones ideológicas como, por ejemplo, la izquierda y la derecha. El mundo cambió y sigue cambiando demasiado y tan rápido que no hacerlo implica actuar para un mundo que ya no existe. Es improbable gestar una gran transformación sobre la base de los mismos paradigmas.

Hay que parar de decidir sin entender los hechos, si tener claridad de lo que realmente quiere y valoran los clientes, consumidores o ciudadanos, sin acudir a la data que nos acerca a la verdad. De no hacerlo, la realidad se impondrá de manera cruel. Dejarán de vender, de satisfacer a los clientes o de ganar la preferencia de los votantes. No hay posibilidad de tomar decisiones efectivas sobre supuestos no válidos.

Hay que parar de quejarse, de echarle la culpa a las circunstancias, a la suerte por los resultados de la vida y la empresa. Hay que parar de ver a los políticos o la política como panacea a todos los males o la vara mágica del éxito. Se tiene muy poca suerte en la vida sin visión, enfoque y trabajo consistente sobre lo único que tenemos responsabilidad y control: nosotros mismos.

Nadie prospera en un mundo estable ¡porque no existe!, su naturaleza es y será el cambio constante.

Hay que parar de convertir en enemigo a quien piensa diferente, en adversario a quien manifiesta una opinión distinta, de mirar la vida como un juego de suma cero. Busquemos en un marco de respeto mutuo, consensos, intersecciones o equilibrios. Es casi imposible avanzar si solo pasa conflictuando o luchando en negativo.

Hay que parar de mirar la inequidad y pobreza como un problema exclusivo del Gobierno sin considerar que desde lo que uno hace siempre hay opciones de aportar. Es muy difícil prosperar en una sociedad con graves problemas sociales y peor aún resolverlos sin el involucramiento de todos.

Hay que parar de enviar rumores, noticias negativas, de compartir publicaciones sin saber si la información es veraz o falsa, solo con el afán de quedar como “más informado” o el que “más sabe”. Es muy difícil tomar decisiones de calidad en un clima generalizado de caos, alarmismo y miedo.

Hay que parar la decepción ante la adversidad. Quienes trascienden, empresarios y emprendedores, exportadores, estudiantes y líderes, construyen, proponen, hacen y crean bajo cualquier circunstancia. Nadie prospera en un mundo estable ¡porque no existe!, su naturaleza es y será el cambio constante.

Hay mucho que parar y muchos ecuatorianos deben parar, pero no para dejar de producir, de trabajar, menos aún de generar riqueza, como lo proponen equivocadamente algunos. Ninguna sociedad prosperó a punta de paros, destruyendo la propiedad o coartando la libertad de quienes sí quieren trabajar. Quizás en lo que sí hay que parar son aquellos hábitos colectivos, aquellas acciones cotidianas que a la larga no nos dejan prosperar. (O)