Pocas teorías de conspiración se han atrevido a llegar a ridículos tan extremos como la teoría de la ‘tinta mágica’. Para los pocos que aún no hayan oído este verdadero insulto a la inteligencia, la teoría va así: la razón por la que Luisa González perdió las elecciones el pasado 13 de abril fue porque Daniel Noboa adulteró los esferográficos y las papeletas de tal modo que cuando estas se doblaron la tinta se transfirió de un candidato a otro. Sí, es así de estúpido. ¿La prueba? Un comentario en el Informe Preliminar de la Misión de Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos (OEA) donde se mencionó, de pasada, que durante el conteo se registraron “inconvenientes” debido a que algunas papeletas se mancharon al plegarse. Este documento de 49 páginas solo le dedicó cuatro líneas a hablar de este inconveniente menor, sin volverlo a mencionar nunca (de hecho, la palabra “tinta” solo es usada una única vez en todo el informe). No obstante, el expresidente Rafael Correa se ha agarrado de estas cuatro líneas para hacer una proverbial tormenta en un vaso de agua y denunciar un “megafraude”.
El primer problema con esta teoría conspirativa es que la propia OEA ya la ha desmentido. Viendo cómo su informe era burdamente tergiversado, este organismo emitió un boletín el 26 de abril aclarando que: “si bien se observó en casos aislados que la tinta en la papeleta llegaba a manchar al ser doblada, también observó que, en casi la totalidad de los casos, este inconveniente fue resuelto en la mesa frente a representantes de las dos fórmulas presidenciales, donde la clara voluntad del votante fue respetada. La MOE/OEA resalta que existieron muy pocos casos observados de anulación de votos por esta razón y ratifica que dicha situación pudo haber afectado a las dos candidaturas por igual y no presenció la existencia de una intención premeditada y sistemática de anular votos de una opción en contienda”. Sin embargo, incluso si la OEA no hubiera hecho esta aclaración, cualquiera con dos neuronas funcionales habría sido capaz de darse cuenta que esta teoría no tenía pies ni cabeza.
Para empezar, ¿cómo es posible que la tinta solo se transfiera de Luisa a Noboa, pero no al revés? Más aún, para que un voto sea “transferido” es necesario que todo rastro de la marca original desaparezca, pues, de lo contrario, la papeleta aparecería marcada dos veces, lo que anularía el voto. Lo que es más, esta transferencia debió ocurrir sin que haya sido necesario presionar el papel. Para resolver estos problemas, Correa apela a la ciencia ficción, alegando que la papeleta fue “tratada químicamente” para que tenga estas asombrosas propiedades. Sin embargo, incluso si algo así fuera posible (Correa no ha demostrado que lo fuese) lo cierto es que es inverosímil que esto haya ocurrido de forma perfecta. De ser cierta la teoría de Correa, el pasado 13 de abril habríamos visto una epidemia de votos nulos, producto de todas las veces en que la tinta no se transfirió limpiamente. Sin embargo, esto no ocurrió. Que se pretenda explicar una diferencia de casi un millón de votos con una teoría tan cantinflesca es un insulto para todo el Ecuador. (O)