“Sigo comprometido con la fe de mi adolescencia: con auténtica libertad humana como condición previa para el bien supremo. Me opongo a los impuestos confiscatorios, a los colectivos totalitarios y a la ideología de la inevitabilidad de la muerte de todo individuo”. Este singular pensamiento pertenece a Peter Thiel, polémico billonario considerado el verdadero ideólogo tras bastidores en la nueva presidencia de Donald Trump. Hace algunos años publicó un libro titulado De cero a uno, en el cual daba a conocer su pensamiento, es decir, el progreso vertical de la tecnología, un nuevo orden con semejanzas a las monarquías feudales y con marcada aversión hacia la democracia capitalista.
Thiel, uno de los personajes más representativos de Silicon Valley, es reconocido como el ideólogo de la plutocracia tecnológica que influye directamente en la Casa Blanca de la mano de Elon Musk. A diferencia de Trump que parece no tener una ideología definida, Thiel pregona el liberalismo a ultranza y la desaparición del Estado con una serie de ideas claramente definidas, proclamándose como enemigo de cualquier control gubernamental que corte las alas al ímpetu empresarial. Para Thiel, la democracia y la libertad no son compatibles, habiéndose también señalado que su pensamiento parte de las ideas libertarias de Ayn Rand, escritora que señalaba que el Estado es un pésimo invento. Thiel está en contra de cualquier imposición, siendo su búsqueda utópica la de territorios donde el Estado no exista o no pueda alcanzarlos.
“Como no queda ningún lugar libre en nuestro mundo, he centrado mis esfuerzos en tecnologías que puedan crear un nuevo ámbito de libertad: internet, la colonización del espacio exterior y la ocupación de los océanos”, para cuyo efecto propone crear plataformas marinas donde vivir sin interferencia de los gobiernos y sin pagar impuestos. Es posible por lo tanto afirmar que el pensamiento libertario elevado a filosofía política configura el sustento del actual ideario del gobierno de Donald Trump, que en el fondo rechaza la democracia liberal y defiende la meritocracia y lo que se puede concebir como un nuevo tipo de elitismo. Thiel apuesta por un gobierno de élites tecnológicas para resolver cualquier problema, una nueva forma de comprender la tecnología “como un proceso de transformación cultural y política que genere sistemas a gran escala para solucionar cualquier tipo de problemas”. En otras palabras, estamos asistiendo a la influencia del pensamiento liberatorio de Silicon Valley en el ejercicio gubernamental, con la reflexión inevitable del tipo de estructura que surgirá con esta nueva cosmovisión política.
Quienes siguen de cerca los fenómenos políticos, no deberían dejar a un lado el pensamiento de Peter Thiel, quien pretende ser “el gran disruptor del sistema político”. Junto a Musk redefinen el conservadurismo estadounidense bajo la influencia mutua del poder de la tecnología y la política, advirtiendo que la meritocracia ha sido reemplazada “por un culto al victimismo que castiga la excelencia y glorifica la mediocridad”. Una nueva visión filosófica capaz de influir de forma decisiva en la narrativa política contemporánea. (O)