Como un gesto de distensión, el presidente anunció la suspensión del ajuste mensual del precio de los combustibles, luego de una suba final de la gasolina extra y el diésel, en el empeño de reducir el histórico subsidio que compromete las finanzas públicas, en déficit desde hace trece años. Hubo de ceder en el marco de los diálogos con la dirigencia de transporte, los indígenas y su brazo político, Pachakutik. Después de una pugna al rojo vivo con los sectores de oposición, significó aplicar un paño de agua fría en un intento de mejorar las condiciones de gobernabilidad.

Pachakutik manifestó su satisfacción por el acuerdo alcanzado, pero enseguida el señor Iza y su entorno que mangonea la Conaie lo desautorizó ratificando su llamado a la resistencia y protesta convocada para este martes 26. Secundando esta postura estuvieron los dinosaurios del FUT y el capo de la mafia robolucionaria desde su refugio de ultramar.

Correa, incluso, reconvino a sus aliados en la intentona golpista de octubre de 2019, por no haber continuado cuando el gobierno del expresidente Moreno estuvo prácticamente caído, alentando que en esta ocasión no se frene la maniobra desestabilizadora. La muletilla sigue siendo la misma: el perverso ajuste neoliberal del precio de los combustibles.

El caso del señor Iza es de Ripley; tiene el privilegio de mantenerse libre luego de secuestrar partidas de militares y policías durante las protestas que vandalizaron Quito, quemando edificios públicos y sometiendo a sus pacíficos habitantes a un estado compulsivo de terror. Solo una justicia timorata, que no ha querido sancionarlo conforme a la ley, le permite mantener la licencia de agitador del orden público, con fuero de inmunidad. Encarna la resistencia mental a la sociedad blanco/mestiza, que un historiador guayaquileño, personaje de pensamiento progresista, definía como uno de los fenómenos extraordinarios de la historia de la humanidad: “Esa resistencia cuenta siglos, y claro que con ella el indígena se ha hecho daño a sí mismo, sobre el inmenso que le hicieron, pero tiene, sin duda, caracteres heroicos, aunque negativos, por la energía psicológica que supone mantenerla indefinidamente y la significación espantosa de suicidio colectivo que podría indagarse en semejante complejo anímico”. Participa de una minoría radical donde subyace el revanchismo delirante y nostálgico del Tahuantinsuyo.

El presidente Lasso reenfocado en el Gobierno del Encuentro, después de inevitables rifirrafes con sus antagonistas, tiene que lidiar con el niño malcriado de poncho rojo que hace pataleta cuando el poder, ejercido bajo la legitimidad democrática, no se postra ante sus rabiosos caprichos.

Y amenaza con calentar la calle, mientras activa a tontos útiles en la Asamblea para montar un sainete en la Comisión, que controla junto con los correístas, para chantajear con el enjuiciamiento político al mandatario por el caso Pandora Papers. Si verdaderamente están interesados en los paraísos fiscales, de mayor provecho sería que investiguen a operadores y testaferros que han servido para esconder el dinero de la década robada. El caso Saab, que se ventila en Estados Unidos, servirá para desnudar la hipocresía que se oculta tras esta jugarreta “fiscalizadora”. (O)