Iñaki Gabilondo debe ser el periodista más conocido de España. Tiene 78 años y más de 50 de ejercicio de la profesión, sobre todo en radio: todos los españoles reconocen su voz grave, vasca y profunda. En una entrevista, publicada hace unos días en el diario El País de Madrid, sorprendió diciendo que está empachado de la actualidad, que para hacer periodismo hay que tener fe, que él la está perdiendo y que, por tanto, renuncia a seguir comentando la realidad cotidiana. Le paso, textual, las razones que han hecho que Gabilondo se retire de actualidad:

“La política es la gestión del disenso, y el consenso es el punto final de un recorrido al que se llega o no, pero que se alcanza en algunas cosas donde establecemos lo que llamamos sentido común, el territorio compartido. Yo estaba perdiendo la fe al ver la imposibilidad de alcanzar puntos comunes en algo. Y empiezas a sentir una gran incomodidad personal al tener que salir todos los días a la palestra con un escepticismo excesivo. (...) He creído siempre que lo que hacía era algo no muy importante, pero que tenía alguna utilidad. Ahora, con las posiciones tan ultradeterminadas, defendidas de una forma teológica, como en las guerras de religión, acabas con la sensación de que lo que estás haciendo es inútil”.

Le oí decir una vez a Gabilondo que si llegaran los marcianos, al volver a su planeta nos describirían como una especie que nace, se reproduce y pelea.

La historia de la humanidad es la historia de sus luchas y también de los ensayos denodados —casi siempre estériles— de convivir pacíficamente. Así nacieron las leyes, la democracia, el sistema republicano, la división de poderes, el federalismo, las Naciones Unidas, la Unión Europea... todos intentos de vivir en paz los que pensamos distinto, ya que está claro que eso no va a dejar de pasar. Es que sabemos que donde hay dos personas habrá dos posiciones diferentes y podemos sumar y multiplicar hasta llegar a los 7.700 millones de personas que piensan distinto y habitan hoy el planeta que tiene perplejos a los marcianos.

Los medios en general están repletos de esas diferencias y también de la violencia empleada para terminarlas por la vía contundente. El periodismo no hace más que mostrar la realidad; pero eso no quiere decir que esté de acuerdo, al contrario: nada ha contribuido más a la paz que informar sobre las batallas de la humanidad, por eso, quienes lucran con las guerras lo primero que hacen es censurar al periodismo para que nadie se entere de los horrores que producen.

La humanidad debe aprender a convivir en paz o estará perdida. Decía que estamos en eso desde Caín y Abel, pero ha habido momentos de grandes progresos y otros de notables retrocesos, y todo pareciera indicar que nos está tocando uno para abajo. Es cierto que la división es una forma de construir poder; pero mucho mejor, más sensato y productivo es hacerlo desde la unión, porque en toda pelea, aunque parece que gana uno, pierden los dos. Hay que salir de esas posiciones ultradeterminadas que le preocupan a Gabilondo y para eso tenemos que reconocer fortalezas en el pensamiento ajeno y ceder un poco en el propio. (O)