Los jóvenes ecuatorianos, nacidos en una era con tecnología e internet y utilizando redes sociales como principal fuente de información, hemos presenciado numerosos incidentes vergonzosos que desvirtúan el verdadero liderazgo que debe tener el sector político, empresarial y académico en el país, la región y el mundo.

Deberían inspirar, unificar y construir, pero muchos líderes actuales muestran comportamientos infantiles, inmaduros, alejados de lo que se espera de quienes tienen nuestro foco de atención como referentes.

En este contexto, en donde las redes sociales son cruciales para la comunicación y la imagen pública, algunos líderes las usan como diarios personales, llenos de eventos irrelevantes, ignorando la seriedad y responsabilidad que sus posiciones requieren, especialmente ante las difíciles y dolorosas condiciones de sus países, como lo que pasa en Ecuador.

Ojalá se ejecute, presidente

Es esencial que estos medios se utilicen con seriedad y respeto, reflejando una realidad nacional sensible y coherente. Exijamos como sociedad más de altura en la capacidad que tienen nuestros “modelos a seguir”, pues todos tienen alguna posición de poder.

Ejemplos de este mal uso abundan en todo el mundo, a través de los años y en todas las líneas. Un expresidente de EE. UU. se burló de Greta Thunberg, una joven activista climática, a través de Twitter. Un expresidente de Ecuador atacó públicamente a periodistas y opositores en redes sociales, llamándolos “sicarios de tinta”. En Brasil, un expresidente difundió información errónea y atacó a sus opositores de manera personal, incluso haciendo comentarios despectivos hacia la esposa del presidente de Francia durante una crisis ambiental.

Este artículo no citará la más reciente muestra de inmadurez política en Ecuador, ya que el propio presidente la viralizó en sus redes sociales; y aunque el sentir de la “indirecta” refleje el sentimiento de muchos ecuatorianos, incluida la autora de esta columna, nunca debió publicarse en la cuenta oficial de un presidente de la República; sin justificación.

Entonces, ¿por qué prevalecen estas actitudes infantiles e inmaduras que parecen más un capricho que una estrategia comunicacional? Parte de la respuesta yace en la cultura del espectáculo, que ha impregnado todas las esferas de la vida pública. Este fenómeno refleja la inmadurez de los líderes y de nosotros, una sociedad que tolera, y a veces celebra, estas conductas, pues muchos optan por el escándalo y la confrontación para atraer: populismo político y mediático.

¿Realmente cada pueblo tiene los líderes que se merece? Me rehúso a creerlo como una verdad absoluta. La generación de jóvenes ecuatorianos merece más y mejores líderes, aquellos que nos guíen hacia una sociedad más justa y equitativa, que se esfuercen por mejorar nuestra calidad de vida y actúen con la madurez y seriedad que sus cargos demandan. Es tiempo de exigir una política de altura y una toma de decisiones que represente verdaderamente los intereses y aspiraciones de todos los ecuatorianos, y deje a un lado los intereses personales que suponen más ego que servicio. Además, si ya no se usan las posdatas ni para el amor romántico, menos en la política. (O)