Entramos a la segunda vuelta para elegir presidente de la República y ya están definidos los dos candidatos finalistas.

Básicamente, ya están definidos, también, los bloques legislativos. No hay que echar en saco roto que el porcentaje obtenido por el bloque del correísmo es de un 39 %, superior en 6 % al de su candidata presidencial; al frente, el otro candidato presidencial contará con un numéricamente modesto bloque, similar al del Partido Social Cristiano, porque la segunda fuerza corresponderá al movimiento Construye, del candidato Christian Zurita, quien obtuvo una tercera posición en la elección. Si de algo sirven las comparaciones, la candidata Luisa González tiene un punto porcentual más que su predecesor en la elección anterior de primera vuelta, en la que este obtuvo algo más del 48 % en la segunda; el candidato Daniel Noboa empieza con un porcentaje superior al del candidato Lasso, que solo obtuvo en la primera apenas un 17 % y, sin embargo, venció en segunda vuelta. En la elección anterior el país se dividió entre correístas y anticorreístas. En cierta manera, eso se repetirá realmente, aunque no sea ese el enfoque del candidato Noboa.

Cada candidato tiene sus fortalezas y debilidades:

De la candidata González podría pensarse que ha reunido ya en su favor todas las fuerzas políticas afines, y que no se ven otras organizadas que la apoyen, y el incremento que pudiera alcanzar sería de personas individuales que no comulguen con lo que represente su contrincante. Las sólidas fuerzas ya unidas al lado de ella, o de la agrupación política que la presentó como candidata serían, a la vez, su fuerza y su debilidad. La oí, luego de las votaciones, hacer un llamado a la unidad nacional, pero ese llamado puede caer en el vacío porque su líder es el símbolo de la confrontación, y la candidata ha formulado, como acto de fe, que seguirá absolutamente los dictados de su líder. Su otra proclama publicitaria es la de que es la única mujer candidata y que ha obtenido tan alta votación, pero otras mujeres desconocen ese argumento, porque dicen que ha logrado ese apoyo popular como seguidora a ciegas de un hombre.

El candidato Noboa puede reclamar que es un candidato con personalidad y pensamiento propios; así lo demostró en el debate, lo que le valió, en apenas una semana, destacarse entre los otros candidatos y clasificarse a la segunda vuelta. Puede hacer un llamado a la tan necesaria unidad nacional porque no ha estado envuelto en confrontaciones; por la misma razón, es una esperanza de paz.

La confrontación permanente que existió entre el presidente Guillermo Lasso y la Asamblea Nacional puede ser menos virulenta, porque la segunda fuerza del Legislativo, la de Construye, de Villavicencio y Zurita, luce –a diferencia de Pachakutik- inmune a cualquier tentación de entendimiento con el correísmo.

Los dos candidatos tendrán que atravesar un campo minado en el que el primer error puede ser el último.

El Ecuador vive momentos decisivos de su historia; es evidente que la juventud busca nuevas formas de hacer política, nuevas concepciones del Estado. (O)