Por supuesto que ha habido guerras más largas que esta de los 12 días, como la de los 100 años, de 1337 a 1453, que empezó por la disputa por la corona de Francia, entre reyes ingleses y franceses; la de los 30 años, de 1618 a 1648, política y religiosa, que finalizó con la Paz de Westfalia. En la presente guerra, de 12 días, quedó evidente que habíamos regresado al mundo multipolar que, desde la desaparición de la Unión Soviética, se había tornado en unipolar, con predominio de Estados Unidos. El Sur global se ha asociado en el BRICS, cuyo producto interno bruto supera, actualmente, al del G7 de los países más ricos del mundo.
A esta nueva realidad tendrá que adaptarse la política internacional del Ecuador y, señaladamente, en cuanto al propósito declarado del actual Gobierno de que vuelva Estados Unidos a instalar en territorio ecuatoriano algo similar a lo que conocemos como la Base de Manta y que podría exponernos a peligrosas consecuencias. Además, la gran potencia nos ha manifestado formalmente que no tiene interés en el asunto. No conocemos si el Gobierno ha adelantado conversaciones confidenciales que le permitan creer que su esfuerzo tiene posibilidades de concretar su aspiración. En todo caso, tiene un largo camino que recorrer, pues hace falta una reforma constitucional para eliminar la prohibición de conceder bases militares a potencias extranjeras.
Digo que nos expone a peligros, porque la guerra empezada por Israel contra Irán se libró en el aire, con lanzamiento, en respuesta, de misiles de Irán, que vencieron el escudo de hierro israelí y causaron graves daños a su aeropuerto principal y a sus ciudades y puerto marítimo. Israel necesitó de la participación en la guerra de su patrocinador, Estados Unidos, que bombardeó, también las instalaciones nucleares del atacado, con resultado incierto. Entre sus acciones de represalia, Irán atacó la base militar norteamericana en Qatar; una de la veintena de bases que posee Estados Unidos en esta zona tan rica en petróleo y gas; enseguida vino el alto al fuego propuesto por el presidente estadounidense Donald Trump, a pedido del debilitado Israel. Lo que resaltó es que la concesión de bases a Estados Unidos nos identifica, innecesariamente, con su posición en las guerras. Estamos viendo en estos días que Estados Unidos ha instalado misiles en Filipinas, para la disputa por el Mar del Sur de la China. China ha amenazado, si fuera atacada por esos misiles, con borrar a Filipinas del mapa en cuatro minutos.
Una concesión de una base a Estados Unidos es peligrosa, sin ninguna utilidad. Por desconocimiento de las estadísticas, se cree que la base de Manta contribuyó a la seguridad del Ecuador. Tenía 400 soldados para funciones militares, no de policía; los números indican que cuando estuvo presente la base, la inseguridad aumentó, y bajó cuando partió, cuando se terminó el plazo.
Cuando se alían el fuerte y el débil, siempre pierde el débil. Al momento, Estados Unidos dice que continuará aportando al sostenimiento de la Organización de Estados Americanos siempre que siga sus instrucciones, lo que no es aceptable. ¡No debemos alinearnos! (O)