Pensar en el Ecuador del futuro implica pensar en el estado de sus ciudadanos a largo plazo. Me he detenido a reflexionar en ello al leer que el 15,4 % de los 18 millones de ecuatorianos que somos sufre hambre. La cifra, que equivale aproximadamente a 2,7 millones de personas, proviene de un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura) de julio 2022. Somos el segundo país de América del Sur con problemas de hambre; y, por lo tanto, con una tasa alta de desnutrición crónica, que afecta sobre todo a las mujeres embarazadas y a los infantes. Constituye una cifra realmente alarmante. Sobre todo, si consideramos que es un problema que se ha venido arrastrando por muchos años, sin que ningún gobierno haya podido concretar acciones claras y efectivas para su erradicación.

Está demostrado que el cerebro se desarrolla y madura y consolida sus funciones en los primeros cinco años de vida, etapa crucial que depende en gran parte del aporte nutricional que reciba. Se requiere hierro para la producción de mielina y el metabolismo neuronal, así como para el buen funcionamiento de neurotransmisores como la dopamina, que tiene un papel clave en las funciones cerebrales ejecutivas. Estas son funciones cerebrales superiores, indispensables para la memoria de trabajo y el control de los impulsos, así como para la capacidad de tomar decisiones. El déficit de vitamina B12 y de folato en una madre embarazada interfiere en el desarrollo del volumen cerebral del feto.

La óptima cadena alimentaria para un cerebro sano empieza desde la gestación en una madre adecuadamente alimentada y continúa en los primeros años de vida del infante. Las repercusiones en la cognición y en el comportamiento en la edad adulta han sido demostradas mediante estudios de resonancia magnética funcional cerebral.

Un cerebro mal desarrollado por déficit nutricional tiene menores y más débiles conexiones cerebrales, lo que impide un buen desarrollo de las capacidades cognitivas y provoca fallas en el aprendizaje. El rendimiento escolar y la conducta se ven afectados. Los niños crecerán con capacidades intelectuales reducidas y eso repercutirá en su futuro como adultos. Si pensamos en función de un círculo vicioso, la cadena de deficiencias podría perpetuarse eternamente generando, cada vez más, cerebros menos capaces.

Alimentación y desarrollo

La mala nutrición también se refiere a las dietas insanas, ricas en carbohidratos y pobres en proteínas, que lleva a la obesidad infantil y provoca otras enfermedades. Es un problema mundial del que tampoco nos libramos.

Es hora de tomar acciones reales y eficaces para combatir y erradicar la desnutrición infantil, situación de la que los gobiernos deberían avergonzarse.

En cierto modo, desarrollar cerebros sanos garantiza un mejor futuro para el país. (O)