Pensando en no sé qué les entregaba a mis hijas mi recién estrenado teléfono celular con cámara de fotos: ¡tómame una selfie!, les ordenaba con total solvencia. Ellas, como siempre, no se reían conmigo sino de mí.

Hace unos nueve años el cuarentón periodista y escritor argentino Diego Fonseca cerraba, en Librería Rayuela, su taller de crónica con una selfie en la que posaban sus alumnos y él con camisetas negras. Intentaba alargar el brazo hasta el infinito para que ninguno se quedara fuera de la foto. ¿No quieren que se la tome yo?, me ofrecí viendo la dificultad que la misión presentaba. Eran demasiados, no iban a salir todos en la foto. ¡Nooo, esto es una selfie!, gritaron casi todos. Ahí entendí la burla de mis hijas.

El fútbol y el horror: recordar para no repetir

En esa ocasión Diego nos trajo su libro Sam no es mi tío. Veinticuatro crónicas migrantes y un sueño americano. Un impactante libro que reúne relatos de pequeñas historias de la América contemporánea. Un libro que trata de violencia, de despedidas, de racismo, de fracasos y a veces de éxitos. Voces como las de Jorge Volpi, Santiago Roncagliolo, Claudia Piñeiro, Edmundo Paz Soldán… y la del propio Diego Fonseca, que a su vez fue el editor del libro.

(...) cree que el fútbol es la gran religión del mundo civil. Dice que la memoria es una trampa (...), un lugar desde el que se escribe.

Este domingo 18 de diciembre, todavía “con el grito de gol entre las piernas” y con la emoción inmensa de ver a Argentina lograr el Campeonato Mundial de Fútbol, recibimos al cincuentón periodista y escritor argentino Diego Fonseca. Esta vez llega cargado de libros, no todos, pero algunos de los que ha trabajado en estos años: Hamsters, Crecer a golpes, Amado Líder y el más reciente: Voyeur, donde el autor presenta un puñado de perfiles. Escrito con maestría y nostalgia como Fidel el héroe romántico, Castro el dictador que terminó siendo, en una impecable edición, a la que ya nos tiene acostumbrados Severo, una editorial ecuatoriana.

La ceguera de esos ricos

Una inoportuna gripe me impidió asistir a este diálogo con Diego, pero San Zoom salvó el horizontal y ahí estuve con algunas preguntas que junto con las del público dieron como resultado estos goles de Diego. Goles porque cree que el fútbol es la gran religión del mundo civil. Dice que la memoria es una trampa y también un lugar desde el que se escribe. Tal vez esto se cumple en Hamsters, libro sobre el capitalismo estadounidense a través de la historia de un edificio en Washington donde él vivió. Aunque dejó claro que no le gustan la memoria y el yo en el sentido narcisista sino de búsqueda. Amado líder: tremendo texto escrito con estilete, donde Fonseca, con ironía y datos reales, analiza el comportamiento de los populistas del continente americano.

La rutina es esencial para escribir y no me gusta improvisar, dice con el convencimiento del que tiene oficio. Y lo demuestra en su obra comprometida solo con su pensamiento. Sin contemplaciones afirma que en el populismo hay más fe que racionalidad, que los políticos quieren sacar tajada del fútbol, que la izquierda es violenta, sexista, sectaria: Yo soy de izquierda pero no pertenezco a ningún partido. Me desentendí de la política porque los compañeros de izquierda querían lo mismo que los de derecha: captar el poder y robar. (O)