Han sido contratados clandestinamente a través de la historia guerrera de la humanidad por algunos reyes, príncipes, emperadores, pontífices, gobernantes o líderes en conflicto, con el propósito de lograr un objetivo militar en territorio enemigo, sin comprometerlos directamente con la extrema violencia que pudieran cometer. Su única ambición es económica, evadirán la muerte para cobrar lo pactado; son sin bandera, por lo que su confiabilidad y lealtad es mínima, podrían cambiarse al patrón más generoso.

Wagner y el amor a la patria

Generalmente son exmiembros de fuerzas armadas regulares, de cualquier nación, con formación, habilidades, destrezas y experiencia en acciones de guerra, inteligencia y logística; además poseen capacidad en planificación, conducción y ejecución estratégica o táctica. Son reclutados y organizados por personas mercenarias con capacidad empresarial y financiera que ofrecen su servicio como ejército paramilitar a cualquiera que desee someter a su enemigo, sin importar el costo. Su reclutamiento no requiere de un pasado judicial, su identidad muchas veces no es real, inclusive ha habido casos del enrolamiento de presidiarios.

La guerra de Crimea y la multiporalidad

El Imperio romano en su caída se atomizó en varios reinos y principados, uno de ellos fue la ciudad-Estado de Florencia, cuna del renacimiento, allí brilló Nicolás Maquiavelo (1469-1527), un político, filósofo y escritor de la magistral obra El Príncipe (1532), manual que da una serie de normas para conquistar, mantener y ejercer el poder político. Se le atribuye la frase “El fin justifica los medios”; sobre los mercenarios en el capítulo XII manifestó: “Si un príncipe sustenta su Estado con tropas mercenarias, no estará nunca firme ni seguro, porque estas carecen de unión, son ambiciosas, indisciplinadas, fanfarronas en presencia de los amigos, y cobardes contra los enemigos...”.

Lo cierto es que los mercenarios han existido, existen y existirán en nuestra naturaleza conflictiva.

Luego de la II Guerra mundial se estableció el Convenio de Ginebra (1949) y el protocolo adicional sobre la Protección de las Víctimas de los Conflictos Armados Internacionales, en su art. 47, en resumen, define: “Se entiende por mercenario a la persona: a) que haya sido especialmente reclutada, a fin de combatir en un conflicto armado; b) que tome parte directa en las hostilidades; c) animada esencialmente por obtener un provecho personal; d) que no sea nacional de una parte en conflicto; e) que no sea miembro de las fuerzas armadas de una parte en conflicto; y, f) que no haya sido enviada en misión oficial como miembro de sus fuerzas armadas por un Estado que no es parte en conflicto”.

Lo descrito se cumple en la actual guerra de invasión ruso-ucraniana, en el caso de la sublevación del líder del grupo mercenario Wagner, Yevgueni Prigozhin, en contra del presidente Vladimir Putin. La prensa ha publicado que el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, ha intervenido en un acuerdo para solucionar la sublevación, otorgándole asilo a Prigozhin, y que Putin permitirá la inserción de la mayoría del grupo Wagner a sus fuerzas armadas. Putin acusó a Prigozhin de traición, ¿será perdonada su vida?, ¿existirá el acuerdo? Lo cierto es que los mercenarios han existido, existen y existirán en nuestra naturaleza conflictiva. (O)