Que ganó el nuevo Ecuador se afirma ante los resultados del referéndum y la consulta popular con marcada diferencia a favor del sí en nueve de las once preguntas. Algunos lo interpretan como apoyo a la gestión presidencial, otros avistan un rechazo al partido opositor, pero quizás solo es la expresión de un desesperado grito ciudadano por cambiar su complejo presente.

Un Ecuador renovador de esperanza suena fantástico. Sin embargo, dicha promesa será poco alentadora si se erige sobre pilares inestables, colapsados, con su capital humano fundamental –niños, jóvenes y adolescentes– sin el apoyo suficiente para cimentar su desarrollo. Cuando más se requiere fortalecer el “semillero nacional”, iniciaremos el régimen escolar 2024–2025 con informes de deserción de 120.000 estudiantes en el país el año lectivo 2023-2024, y todavía faltan tres meses para culminar el periodo en la región Sierra–Amazonía. Parte del absentismo está relacionado con la migración y la movilidad humana.

Por motivo de trabajo recorrimos las entrañas de los cantones, parroquias rurales y recintos de una provincia. Durante dos meses constatamos su realidad social, especialmente en salud y educación. Vimos el mal estado de establecimientos y sus urgencias. Escuchamos el porqué de tantos estudiantes con sus sueños rotos. Notamos su pobreza estructural; la mala infraestructura en ríos, canales, puentes y caminos; la inclemencia climática; las largas distancias a centros de estudio; su pesimismo laboral. Factores patentes que debilitan más la familia, el tejido social y el Estado.

Cambiar dicha realidad resultaría imposible con recortes presupuestarios en el área humana-estratégica, sobre todo si se pretende posicionar a los jóvenes como “el presente del nuevo Ecuador”, según señaló Zaida Rovira, cabeza del Ministerio de Inclusión Económica y Social, promotor de la inserción intergeneracional. “Duele ver a mis alumnos durmiéndose en clases por llegar sin almorzar”, confiesa una angustiada profesora. La nueva ministra de Educación, Alegría Crespo Cordovez, seguro atenderá estas preocupaciones.

El abandono escolar alimenta los factores de riesgo y agudiza la crisis. Se debe reforzar lo educativo, garantizar la obligatoriedad y gratuidad de la educación pública en todos los niveles e inyectar los recursos indispensables para obtener los mejores resultados. Aquello sería una acción transformadora, fortalecería los factores de protección y plantaría columnas sólidas en el nuevo proyecto nacional. Sabemos que este y otros problemas son herencia de anteriores gobiernos; pero si el actual no lo ataca con decisión y sin mezquindad financiera, no alcanzará los objetivos planteados.

Imposible configurar un nuevo Estado donde subsisten niños y adolescentes sin sus necesidades básicas satisfechas: desnutridos, acosados, aislados. Urge una cirugía económico-social profunda; reforzar la salud y educación; recobrar la seguridad; activar la economía; generar empleo digno; invertir en sanidad mental. Sin ello “el nuevo Ecuador” será solo una quimera en pilares de barro. (O)