Hay momentos que el horizonte es más amenazante que de costumbre. Cuando los habitantes de un país al despertarse se preguntan cuáles son las noticias del día, se encuentran un abanico de tragedias y comentan que es interesante, algo está mal en el alma colectiva.

Cuando se establece una competencia en el abuso del poder para beneficio personal de su grupo, de sus amigos, cuando se erigen en juzgadores de la justicia, los que son requeridos por corruptos, cuando nos dan cátedra de bien hacer los que tuvieron que escapar para no ser apresados en su país... cuando la palabra no significa lo que dice y se la prostituye, cuando mencionan todo el tiempo a Dios como testigo de sus buenas obras aquellos que hicieron pactos con las mafias y son corresponsables de asesinatos, muertes y el descrédito de las instituciones, cuando nos tratan como ciudadanos sin memoria, entonces nos preguntamos: ¿podremos construir un país, una sociedad de diversos con un proyecto que movilice a todos porque confiamos en las instituciones, en la ley y en las personas que elegimos? ¿Será posible? ¿Qué condiciones se deben cumplir para que ocurra? ¿O debemos resignarnos a ser llevados por el viento que más sopla?

Demagogia preelectoral

Solo podemos ponernos de pie si existe un mínimo de confianza en las personas, las instituciones, las empresas, la academia, y también en los políticos, aunque eso requiera casi un enorme desafío.

El último sainete al que fuimos sometidos, el intento de intervención de un exasambleísta procesado y buscado por el caso Metástasis, Rony Aleaga, mientras se lleva a la fiscal a la Comisión de Fiscalización, muestra el descaro y el derrumbe de la institución encargada de hacer las leyes que regirán nuestra convivencia ciudadana.

Además, lo ilegal y caricaturesco de tales acciones son una demostración clara y sin necesidad de interpretaciones de cómo el poder se usa al servicio de intereses particulares y eso aquí y en todas partes se llama corrupción. Hemos tenido varias demostraciones los últimos días.

¿Hay campaña anticipada?

Pero aquí estamos frente a uno de los poderes del Estado.

Felizmente la mayoría de la Comisión se retiró y habrá consecuencias legales y políticas.

No podemos seguir como espectadores. Fuimos actores al elegirlos y lo somos al dejar que sigan actuando de la manera que lo hacen.

Si la lucha contra la corrupción es fundamental para reconstruir desde los cimientos el país que amamos, el respaldo a todos los que tienen la lucha contra la corrupción por bandera es indispensable. Sobre todo, la fiscal.

Las palabras de Barack Obama pueden servirnos de guía. Aspiramos a cambios trascendentes y eficaces, aunque nuestro ámbito de acción sea reducido, pero tenemos que ponernos en marcha. Es una condición de sobrevivencia.

“Siempre ha habido otra forma de hacer política, basada en la sencilla idea de que lo que le suceda a nuestro vecino no debe sernos indiferente, en la noción básica de que lo que nos une es mucho más importante que lo que nos separa, y en el convencimiento de que, si suficientes personas creen realmente en esto y viven según estos preceptos, es posible que, aunque no podamos resolver todos los problemas, sí podemos avanzar en cosas importantes”. (O)