El gran tema de la semana es la proforma presupuestaria 2021, presentada a la Asamblea. ¿Tema importante? Sin duda, igual que cuando en su empresa o familia plantean al inicio del año (¿lo hacen?) sus proyecciones financieras. Ahí están los supuestos que uno cree razonables, decisiones que piensan tomar, acciones que emprender. Nunca es 100 % preciso, porque el entorno es dinámico y cambiante, pero sí una guía… ¿Es un tema muy importante? Solo relativamente, porque en este año de cambio electoral, se retoma en gran medida el presupuesto del año anterior, con algunos cambios más o menos relevantes y el nuevo Gobierno apenas ha manejado hasta ahora tres meses del presupuesto. Mucho más importante será el Presupuesto 2022 (presentado próximamente), que sí contendrá políticas y visiones mucho más específicas del nuevo Gobierno. Como dice el título, un presupuesto debe mostrar al menos dos aspectos importantes.

Uno, transparencia: no debemos ni equivocarnos (dentro de lo razonable) ni tratar de engañarnos (muy grave, como sucedió en el correísmo). El presupuesto puede ser bueno o malo, pero no debemos ocultarnos la realidad, porque es nuestro dinero (impuestos, petróleo, deuda) que el Gobierno maneja. Igual que a nivel personal: si tengo una deuda con la tienda de la esquina, y decido no contabilizarla “porque eso no es deuda”, nos estamos engañando porque sí es deuda. Según el Observatorio de Política Fiscal, hay varios errores en la proforma que van desde duplicaciones en los ingresos (ejemplo, los 1.000 millones de “regalo” del FMI), exageraciones en las estimaciones de otros ingresos y mala presentación de algunos gastos (ejemplo, gastos salariales que se presentan como inversión). Esto debe ser corregido para que los ciudadanos podamos ver la realidad de nuestras cuentas fiscales.

Dos, resultados. Como primer indicador hay un déficit de unos $ 4.500 millones, que según el Observatorio se convierte en casi 6.000 al corregir los errores. Cualquiera de las dos cifras es mala, pero probablemente comprensible dado que el Gobierno poco podía cambiar en 2021. Esas cifras significan que el endeudamiento del Estado aumentaría este año entre 4.500 y 6.000 millones, y que la relación deuda/PIB crecería, porque el aumento del numerador (entre 7 % y 9 %) sería mayor que el crecimiento del denominador (alrededor del 3 o 4 %). En el 2022, la proforma debería señalar una reducción de dicho déficit (¿hacia los 2 o 3.000 millones?).

También es esencial la reducción del gasto, en tantas actividades que son inútiles e improductivas. Las hay y muchas. La proforma 2021 no muestra señales concretas (los salarios del conjunto del sector público siguen absorbiendo todo el IVA e impuesto a la renta) lo cual nuevamente es quizás entendible. La del 2022 ya deberá ser más clara. Y obviamente hay la reforma tributaria: ¿qué pasará con los ingresos? Estaremos a la expectativas sobre la eliminación del ISD, baja de aranceles, 2 % a las microempresas, IVA y el ICE (¿más tasas diferenciadas en más productos?), el impuesto a la renta (¿más escalonado y empinado?) o el impuesto a los activos o patrimonio. La proforma 2021 no tiene por qué darnos pistas, la proforma 2022 sí deberá concretar… ¡y estamos ya cerca! (O)