Ya me cansa escuchar de las autoridades que “no estuvimos preparados para el COVID”. OK, listo, pasó lo que pasó y seguimos batallando con la muerte todos los días, con duras escenas de hambre, falta de comida, medicina, hospitales, desempleo, etcétera.

Un año después se muestra que el cerebro humano ha logrado dar una esperanza de salvar vidas bajando las posibilidades y la fuerza del contagio a través de una vacuna. En esta fase aparecen dos tipos de gente: unos inteligentes llenos de dudas, otros “ignorantes” (de ignorar) llenos de certezas.

Los primeros no valoran ni se contentan por el avance de la ciencia médica, sino que te lanzan una sarta de dudas:

¿Será cierto, no hará mal, por qué a nosotros, no afectará a la salud, será que no me muero si me vacuno?

O sea, a este inteligente le digo: sí vas a morir, pero más despuesito, porque todos vamos a morir; la vacuna da la posibilidad de que no te mueras por COVID y vivas un poquito más. Aunque si dijeran que hay vacuna contra la muerte, se vacunarían sin tantas dudas.

El segundo es más grave, si bien es ignorante en el tema, pero debate y sostiene su verdad como que él fuera el científico que hizo la vacuna: Yo ni tonto me vacuno, yo no me presto para experimentos, están probando con los viejos para matar, eso te da esto, esto, esto; la china no sirve, la norteamericana es mejor. ¿Por qué no se vacuna primero el Gobierno? Le pregunto: ¿ya te llamarían a vacunar? No, pero ni así me llamen, porque no estoy loco para caer en el negocio de los científicos. Stop.

Mi criterio y mi pedido, sabiendo que la vacuna no te vuelve 100% inmune, sino que te ayuda a que tu cuerpo tenga más defensas, les digo: los que no quieren vacunarse, cállense, no inciten a otros, mejor pidan a Dios que el Ecuador tenga las vacunas suficientes para que nos vacunemos todos los que sí queremos, y que el Estado hago lo posible para vacunar al menos a un 70% de ecuatorianos. En el 30% estarían los menores de 16 años y los que no quieren vacunarse.

Dios quiera que el nuevo gobierno de Guillermo Lasso cumpla con su oferta de vacunas en tres meses, y que no tengan miedo de vacunarse ni el presidente saliente ni el entrante, porque los dos están en la fila de la tercera edad y están enfermos, tienen derecho a vacunarse primeros, pero es derecho también que los gobernados nos vacunemos, para que las familias salgan a trabajar, porque no es fácil quedarse en casa sin comida.

Algunos países han logrado bajar los contagios con la vacuna, han empezado a mover economías, los pequeños negocios abren sus puertas y los trabajos se habilitan.

La vacuna y los protocolos de bioseguridad nos ayudarán a convivir con el COVID-19. Dicen que no menos de 10 años, así que, en vez de plantear tantas interrogantes, mejor pidamos a Dios que lleguen millones de vacunas y algún día nos toque a nuestras familias. (O)


* Nuestra invitada.