En medio de todos los problemas que tiene el país, un desarrollo positivo es que hasta los correístas buscan ser vistos defendiendo la dolarización. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Acaso aprendieron, luego de 25 años de experiencia de estabilidad monetaria, que la dolarización es algo que realmente le conviene al país? El conocimiento nunca es absoluto y es sano estar en constante búsqueda de nueva información que pueda llevarnos a cambiar de opinión. También puede ser que finalmente se dieron cuenta de que es políticamente costoso hablar en contra de la dolarización.
Milton Friedman decía: “No creo que la solución a nuestro problema consista simplemente en elegir a las personas adecuadas. Lo importante es establecer un clima político de opinión que haga políticamente rentable que las personas equivocadas hagan lo correcto. A menos que sea políticamente rentable para las personas equivocadas hacer lo correcto, las personas correctas tampoco harán lo correcto, o si lo intentan, pronto estarán fuera de sus cargos”.
Con la reforma de la dolarización en enero del 2000, más el pasar del periodo de estabilidad monetaria más largo en la historia del Ecuador, se ha vuelto políticamente rentable para las personas equivocadas hablar a favor de la dolarización y hoy los vemos queriendo elevar la designación del dólar como moneda del país a nivel constitucional. El presidente-candidato debería estar de acuerdo con esta iniciativa de blindar la dolarización. Entre las dos fuerzas políticas esta enmienda podría ser una realidad antes de que se posesione el próximo Gobierno.
La dolarización, más que una adopción del dólar estadounidense, es el reconocimiento oficial de la soberanía de las personas para elegir la moneda que les resulte más conveniente y les inspire más confianza. La mera inclusión del dólar en la Constitución, mientras que sigue estando bajo el Poder Ejecutivo la política monetaria, crediticia, cambiaria y financiera, es un simple saludo a la bandera. Lo crucial es prohibir la moneda de “curso forzoso”, esto es, elevar a nivel constitucional la libertad para elegir la mejor moneda. Siendo así las cosas, no importa que el día de mañana emitan nuevos sucres si nadie está obligado a aceptarlos, dado que no existe el curso forzoso. A modo de inspiración, los asambleístas podrían considerar la redacción de la Constitución panameña de 1904:
“No podrá haber en la República papel-moneda de curso forzoso. En consecuencia, cualquier individuo puede rechazar todo billete u otra cédula que no le inspire confianza, ya sea de origen oficial o particular”.
Para llegar a un nivel superior de blindaje, lo que quedaría pendiente es eliminar el Banco Central del Ecuador, una institución que no solo es innecesaria en un régimen de dolarización, sino que ha demostrado que atenta contra la estabilidad del sistema financiero y los derechos de propiedad de los depositantes. Los bancos serán regulados por una Superintendencia de Bancos profesional y autónoma y desaparecerá el control de las tasas de interés junto con otras regulaciones innecesarias. Además, gestionarán de forma descentralizada la expansión del crédito y del circulante. Ecuador entonces estará enrumbado a convertirse en un centro financiero internacional. (O)