Como señalaba la semana pasada, alrededor del FMI, los ecuatorianos (nadie lo hará por nosotros) debemos ponernos de acuerdo en armar varias piezas del rompecabezas colectivo con un objetivo claro: que la gente viva mejor con más y mejores empleos e ingresos. Decisiones colectivas difíciles. Requieren que los políticos actúen mejor (no en función de sus negociados e intereses) porque al final ellos aprueban tal o cual camino, pero las élites diversas (comunicadores, empresarios, trabajadores, jóvenes, etc.) debemos empujarlos en la dirección correcta. No se requiere unanimidad sobre cada detalle, pero sí la voluntad colectiva de hacer algo con sentido y visión. Es (casi) mejor no hacerlo si nos autoengañamos tomando caminos “fáciles” que solo empujan el problema y lo empeoran, o reparten costos y beneficios de manera sesgada e injusta.

¿Qué temas esenciales? Primero tres aspectos claramente ligados entre sí:

Uno, inseguridad física y de vida, alrededor del mundo narco y sus ramificaciones criminales (vacunas, secuestros, etc.), y que el Gobierno ataca de la única manera posible: una guerra.

Dos, inseguridad jurídica que es cooptada por el mundo criminal, y la mala Justicia afecta también la vida diaria de los ciudadanos porque incluso en pleitos sencillos “hay que pagar a alguien”.

Tres, corrupción que no solo invade a la Justicia y a la política, sino al conjunto de actividades. Los tres son un caldo social explosivo.

Y luego una amplia lista (ni está completa ni el orden importa). Cuatro, una sociedad donde se van limitado las libertades de decidir o emprender. Cinco, un Estado que (mal) gasta cerca del 40 % del PIB, más de 45 mil millones de dólares al año, y todos lo sabemos en la vida diaria “cuando malgastamos nuestro dinero nos empobrecemos”; en este caso, “el Estado al malgastar nos empobrece” y, en cambio, no apoya bien lo básico como educación o salud. Seis, obviamente focalizar el subsidio a los combustibles que es nefasto: económica, equitativa, medioambiental y éticamente. Siete, empujar responsablemente minería y petróleo, no se puede tomar ni la actitud de “explotemos todo lo existente en el país” ni “son actividades nefastas que debemos eliminar”, hay que negociar espacios sensatos... y además luchar contra lo que sí es inaceptable: la minería ilegal. Ocho, tomar decisiones serias en el sistema de pensiones (cambiar el directorio del IESS de 3 a 5 personas no lo es), porque en pocos años entrará en “quiebra progresiva”, y no tiene sentido recién en ese momento pensar qué hacer (¿o preferimos eso?). Nueve, reformas de sentido común en materia laboral, cambios que 8 de 10 ecuatorianos (empresarios y trabajadores) apoyarían porque saben que el sistema actual es perverso para todos. Diez, un sistema financiero con más competencia externa y regulaciones (no las actuales) que conduzcan a más amplitud crediticia, mejores tasas de interés y un nivel de riesgo más bajo. Once, abrirnos más al mundo porque ahí están grandes oportunidades (más que los riesgos, ciertamente presentes). Y doce: positivamente, el estar dolarizados impide que nuestra falta de decisiones sensatas se convierta en graves desbarajustes (caso contrario, hoy estaríamos cercanos al caso argentino). (O)