Los peligros que acechan al principal producto agrícola de exportación son de mucho interés para los ecuatorianos, estén o no vinculados con él, hecho innegable que motiva la redacción de este artículo. Comenzaremos señalando que a mediados del siglo pasado los cultivos bananeros fueron devastados por un mal similar al que actualmente preocupa a la colectividad y a quienes se dedican a su producción, comercialización y labores complementarias, por algo se asevera que 2,5 millones de habitantes viven directa o indirectamente de la prodigiosa fruta.
Desde aquella lejana época, se lo conocía con el nombre de Gros Michel o banano de seda, como resaltando sus virtudes de blancura, suavidad, tersura, aroma y dulzor de su pulpa una vez madura, sumadas a comportamientos agronómicos destacables de su plantío, impresionante por la fortaleza de su estructura, su imponente y señorial altura, el verdor de sus grandes hojas, que en su punto de inicio forman un robusto falso tallo, porque el verdadero es un rizoma, no visible al estar enterrado en los primeros centímetros del suelo. Sin embargo, su grande y fatal debilidad radicaba en la susceptibilidad a una afección ocasionada por un hongo alojado en la tierra de nombre genérico Fusarium con su modalidad o raza 1, distinta, aunque con iguales síntomas, a la que asuela a las actuales del grupo Cavendish, afectadas por el mismo patógeno en su modalidad o raza tropical 4.
Ambas dolencias tuvieron los mismos orígenes e idéntico, destructor y macabro recorrido, sin que hubiese obstáculo que se les oponga, hasta posarse plácidamente en América; la raza 1 fue reportada en Ecuador en 1929, apenas como un imperceptible foco en el sitio Barraganetal, cantón Naranjito, para luego permanecer silenciosa e invisible hasta los años 40, 50 y 60 en que abarcó toda la superficie nacional, teniendo que ser sustituida por cultivares Cavendish resistentes a esa raza 1. El primer dato a corregir en la literatura internacional es que no fueron 40.000 hectáreas las remplazadas, sino las 170.000 registradas oficialmente. Demuestra que el hongo no se manifiesta inmediatamente después de su arribo, aunque puede hacerlo, permanece oculto, sigiloso, artero, hasta que encuentra las condiciones para exponerse, cruzando fácilmente los umbrales de calamidad y desastre que le caracterizan.
Los detalles del mal pueden observarse en plantas de Gros Michel presentes en algunos lugares del país. En tanto, centros de investigación de gran credibilidad intentan recuperar este tipo de banano imprimiéndole la potencialidad que lo libere de las razas 1 y 4 e inclusive mejorando su arquitectura vegetal, con menor altura y mayor productividad, tornándolo rentable por los valores indiscutibles de su vigoroso racimo.
La difusión de la raza 1 dejó enseñanzas, como la textura y grado de drenaje del suelo que mejor se acomodan a sus voraces órganos de reproducción, probando que lo único que lo paraliza es una variedad plenamente resistente que remplace a las actuales, víctimas de la raza 4, objetivo que debe buscar Ecuador para garantizar su larga vivencia y la ocupación de miles de ecuatorianos. (O)